Montague
Ullman y Stanley Kriper, del Maimonides Institute de Nueva York, realizaron un
experimento cuyos resultados se publicaron en “The Journal of Communication” en
el año 1975.
Se
pedía a varios voluntarios que durmiesen normalmente y les avisaban que mientras
estuviesen dormidos, uno de los investigadores trataría de enviarles mentalmente
una imagen para ver si eran capaces de percibirla durante el sueño. Después, el
investigador disponía de 20 imágenes posibles y elegía una al azar, y esperaba
a alguna de las fases REM que hay durante la noche para transmitirles
mentalmente dicha imagen.
Cuando
los voluntarios entraban en fase REM se les despertaba y se les preguntaba si
habían “recibido” esa imagen. Se comprobó que muchos de ellos acertaban cuál
había sido esa imagen, pero lo más sorprendente de este experimento y más
perturbador fue que en muchas ocasiones, los voluntarios acertaban la imagen
antes de que el investigador se hubiese concentrado en ella para transmitírsela
mentalmente; es decir: los voluntarios eran capaces de “trasladarse en el
tiempo” y acertar la imagen antes de que se la enviaran. No era cuestión de
casualidad o de probabilidad matemática, sino que el número de aciertos superaba
ampliamente dicho índice de probabilidad.
No
hay ninguna explicación “científica” capaz de explicar este fenómeno, lo cual
nos viene a indicar que la consciencia humana no es ningún componente
bioquímico sino simple y llanamente un atributo del alma.
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