jueves, 30 de abril de 2020

Espero que nos veamos


Cuando los periodistas reciben notas de prensa enviadas por los gabinetes de prensa de las empresas, pueden hacer varias cosas: tirarlas a la papelera, echarles un vistazo para tirarlas después, o leerlas con interés y a continuación ponerse a escribir en base a ellas su propia noticia. Claro que también hay periodistas más vagos (o desbordados de trabajo) que prefieren aprovechar esa nota de prensa (sobre todo si es interesante y está bien redactada) para ahorrarse ellos el trabajo y entonces lo que hacen es transcribirla literalmente, con lo cual se ahorran el tener que escribir su noticia. Hasta ahí todo normal, pero en una ocasión esta mala práctica periodística fue llevada hasta su más insólito extremo. Esta es la historia…

Se iba a celebrar en Valencia un congreso agrícola en donde mi empresa, ICI-Zeltia (hoy Syngenta), iba a tener una presencia destacada. Como en Valencia había varios medios locales, en la nota de prensa que envié a la revista Valencia Fruits (conocía personalmente a varios de los periodistas que trabajaban allí), añadí al final una línea que decía: “Como voy a ir al congreso espero que podamos vernos por allí”.

¿Cuál no sería mi sorpresa cuando vi la noticia publicada? La había reproducido tal cual yo se la había enviado, pero tan “tal cual” que incluso había puesto aquella última frase de carácter personal que añadí al final: “Como voy a ir al congreso espero que podamos vernos por allí”. Así acababa la noticia publicada en aquél número de Valencia Fruits.

miércoles, 29 de abril de 2020

La venganza japonesa


Los japoneses son personas muy correctas y educadas, aunque su forma der ser es muy diferente a la nuestra. Una vez yo fui testigo de cómo sufrieron en silencio una afrenta y se tomaron cumplida venganza al cabo de un tiempo. Esta es la historia…

Trabajaba por entonces en la compañía de agroquímicos ICI-Zeltia (hoy Syngenta), una compañía que no sólo comercializaba sus propios productos (insecticidas, fungicidas, herbicidas, etc.) sino que también comercializaba todos aquellos productos de otras compañías que pudiera considerar de interés comercial. Las compañías japonesas no estaban aún instaladas en España y todos sus productos llegaban al mercado a través de acuerdos con empresas radicadas en nuestro país. Por lo tanto, en nuestro caso, eran frecuentes las reuniones con los enviados por empresas japonesas para lograr acuerdos de comercialización. Como se trataba de productos para cuidar los cultivos agrícolas, la mayoría de esas reuniones no se limitaban a un encuentro en las oficinas centrales sino que incluían también una salida al campo para que viesen in situ cómo era nuestra agricultura, los productos que se estaban ensayando, etc. y claro está, si uno está de viaje tiene que hacer un descanso para comer.

Para agasajar a los invitados, fuesen japoneses o no, siempre se elegía un buen restaurante y se les ofrecían los platos típicos de la tierra. En la ocasión que voy a relatar, ese viaje se había realizado a Lérida, tierra famosa en términos agrícolas por sus enormes campos de árboles frutales. Pero en Lérida hay también otra cosa típica a nivel culinario y son los caracoles, así que cada vez que teníamos que viajar a esa provincia no podía faltar en el menú un copioso plato de caracoles. En mi caso, los compañeros de la empresa siempre luchaban por sentarse a mi lado porque sabían que a mí me dan mucho asco los caracoles y no soy capaz de comerlos (en realidad nunca he comido ninguno y no sé a qué saben, pero la repugnancia es tal que soy incapaz de llevármelos a la boca), así que todo aquél que lograba sentarse a mi lado sabía que tenía ración doble de caracoles, los suyos y los míos.

Pero estamos hablando de los japoneses, un pueblo con una cultura muy diferente a la nuestra, acostumbrados como están a comer cualquier bicho que se mueva por el planeta por extraño que nos parezca, así que no podía faltar en el menú que se les ofreció una buena ración de caracoles. Nadie detectó nada fuera de lo normal. Los japoneses comieron los caracoles una vez se les hubo explicado cuál era la forma de hacerlo; lo que nadie pudo saber era lo que pasaba por la mente de estos invitados porque, como eran muy correctos y educados, no podían decir que aquello era una guarrería pero tenían que comérsela por educación.

Pasó el tiempo y una delegación nuestra viajó a Japón para devolverles la visita y conocer sus instalaciones y nuevos proyectos. También en esa ocasión les invitaron a comer… y allí se tomaron cumplida venganza: Si en Lérida les habíamos ofrecido el plato típico de la región (caracoles) ellos ofrecieron el plato típico de aquél lugar: gusanos vivos. Con los ojos como platos por la sorpresa al ver aquellas cazuelas donde se revolvían los gusanos, los japoneses les explicaron que aquél era el plato típico de allí y lo ofrecían a sus invitados en agradecimiento al trato exquisito que habían tenido en su viaje a España en donde también ellos probaron el plato típico de Lérida. Les explicaron cómo se comían los gusanos, lo cual no tenía ningún misterio: coger un puñadito y meterlo en la boca y masticarlo. Así lo hicieron ellos y miraron expectantes a sus invitados para comprobar cómo hacían lo mismo. Entre el estupor y la repugnancia que sentían, pero comprendiendo que debían corresponder a esa atención (sobre todo porque un buen negocio estaba en juego) tuvieron que comer esos gusanos mientras los japoneses sonreían, seguramente por haber visto cumplida su venganza. Afortunadamente yo no viajé a Japón y no tuve que pasar por semejante trance, pero sirva esto como aviso a navegantes: Si vas a invitar a comer a una persona proveniente de un país extranjero, asegúrate antes de conocer sus gustos culinarios y no le obligues nunca a comer las cosas que a ti te gustan porque para ellos podrían ser repugnantes y tal vez en el futuro también se tomen cumplida venganza.

martes, 28 de abril de 2020

Cómo dar bien las malas noticias


En “Cómo dar bien las malas noticias” se habla de la importancia de cuidarse, como periodista y ser humano, cuando hay que cubrir informativamente las tragedias; de saber cómo abordar a las personas que viven tan desoladores episodios para ayudarles a superarlos y obtener de ellas la información que buscamos; y de conocer la terminología exacta para contar nuestras historias de una manera correcta y profesional, para que todo el mundo las entienda y quede perfectamente claro de qué estamos hablando.

También se habla de la comunicación en momentos tan delicados como el final de la vida, incluyendo glosarios de terminología y aclaraciones sobre muchos conceptos que con frecuencia se confunden. Este libro será de gran ayuda para periodistas y profesionales sanitarios, especialmente cuando tengan que dar malas noticias.

Cómo dar bien las malas noticias”, Vicente Fisac
Disponible en Amazon (eBook y papel): www.amazon.es

lunes, 27 de abril de 2020

"Poesía" por megafonía


Muchas empresas, en especial aquellas grandes en donde se concentran muchos trabajadores por distintas plantas y/o dependencias, suelen tener un sistema de megafonía para dar mensajes a los empleados, en especial cuando se trata de localizar a alguno cuya presencia se requiere con urgencia en otra parte. Lo que ya no es tan normal es que este servicio de megafonía se utilice para la poesía, es decir, para hacer versos. Como yo nací poeta, pude conseguir que el servicio de megafonía de la centralita del laboratorio donde trabajaba entonces, Latino-Syntex, recitase unos sencillos y muy peculiares versos. Esta es la historia…

Mi compañero Diego García Alonso y yo compartíamos el mismo despacho, ambos como Jefes de Producto. En el despacho contiguo estaba nuestra secretaria Pepita junto con la secretaria del director médico. La diferencia de edad era bastante grande, porque Diego y yo éramos unos jovencitos inexpertos y revoltosos, y ella era de más edad, siempre amable y pendiente de que no nos faltara nada, una especie de segunda madre en el trabajo.

Un día nos percatamos de cómo funcionaba el servicio de megafonía y del juego que podíamos sacarle. Sólo había que llamar a centralita y decir que nos localizase a tal persona, en cuyo caso, la telefonista procedía a llamarla, anteponiendo su tratamiento, es decir, señor o señorita, según se tratase. Caímos en la cuenta de cuál era el apellido de nuestra secretaria y vimos que aquello rimaba, así que un buen día decidimos hacer la prueba.

Llamamos muy discretamente a centralita diciendo que localizase a nuestra secretaria y la recepcionista lanzó a través de la megafonía el siguiente mensaje: “Señorita Pepita Hita, llame a centralita”. Al escucharlo nos partimos de risa y más aún cuando notamos cómo en el despacho de al lado, Pepita llamaba a centralita preguntando quién la buscaba. Al darse ella cuenta que éramos nosotros quienes la habíamos llamado y estábamos en el despacho de al lado, dio unos toquecitos a la pared como diciendo que parásemos ya de gastar bromas, mientras nuestras risas se disparaban ya sin pudor.

Pero lo mejor de esto es que la broma no se limitó a un solo día, sino que cada dos o tres días la repetíamos y siempre con idéntico resultado: un pareado recitado por la telefonista “Señorita Pepita Hita, llame a centralita”. Desde luego tendríamos que haberle levantado a Pepita un monumento a la paciencia porque además siempre aceptó con deportividad y buen humor nuestras bromas de las que al final ya se había vuelto cómplice hasta la telefonista.

domingo, 26 de abril de 2020

Amor, por encima de todo


Él era un joven de espíritu sensible, amable, amante de la naturaleza y del arte. Su pasión era dibujar y había entrado a trabajar, tan sólo hacía unos años, en una editorial, pero su oficina era su casa y su horario laboral cuatro horas diarias que dedicaba a realizar las ilustraciones que le encargaban en la editorial para todo tipo de libros. A veces le preguntaban el por qué no trabajaba más y así ganaría mucho más dinero, pero él respondía que para qué quería dinero si luego no tenía tiempo de disfrutarlo. Por eso amaba su trabajo, porque le gustaba, le daba el suficiente dinero para vivir y sobre todo, le dejaba tiempo libre.

Fue en ese tiempo libre y en sus jornadas de trekking por las montañas cuando la conoció a ella. Fue un flechazo a primera vista. Pero pronto comprendió que allá, en la montaña, ella le aventajaba. Siempre había creído ser un buen senderista y escalador, pero todo cambió cuando la conoció y comprobó que ella era una experta escaladora, que su vida era la montaña y la aventura. En aquél ambiente ella era quien marcaba el camino, quien llevaba la iniciativa, y quien debía esperar a que él, regazado, fuese recuperando el camino. Pero él nunca intentó disimular, ni hacerse el “macho”, sino que tomó aquello con deportividad y con humor, y ese humor, que hacía brotar en ella la risa a raudales, fue el que despertó también en ella el amor.

Comenzaron a salir y a conocerse más a fondo. Y pronto descubrió él que ella no era una simple aficionada a la naturaleza, sino una profesional del mundo de la aventura, a quien entrevistaban con frecuencia en los medios de comunicación, la invitaban a dar conferencias, le pedían colaboraciones escritas para diferentes revistas, le pedían que organizase viajes de aventura... y ese era su trabajo.

Ninguno de los dos había cumplido aún los 30 años. Los dos eran delgados y atléticos, ella con unas piernas más fuertes aún que las de él. Ambos compartían facciones agradables, mirada limpia y sonrisa fácil.

A pesar de todo, nadie conocía su relación, ni en el ámbito familiar, ni en el profesional. No es que quisiesen ocultar su relación, simplemente era que no la iban pregonando.

Un buen día, ella marchó a un viaje de aventura. Viajó con un grupo –en un viaje organizado por una cadena de televisión- al volcán Nyamuragira, en Tanzania, el volcán más activo de África. Él se quedó en España y durante días sólo el teléfono les permitió estar en contacto... hasta que el canal Cuatro de televisión anunció una conexión en directo con los expedicionarios. Él, más que nadie, estaba pendiente aquél día del televisor. Se vio a los miembros de la expedición trepar por las laderas de lava grisácea y humeante, mientras se acercaban a una gran grieta bajo la cual la lava roja brotaba a borbotones. Se alejaron un poco y continuaron la ascensión siguiendo la línea de aquella fractura y entonces, ella resbaló y apoyó la mano con todas sus fuerzas, para no caer por la pendiente, con tan mala fortuna que la mano se introdujo en una grieta en cuyo fondo la lava fundió al instante su carne. Los telespectadores que estaban viendo aquello en directo quedaron paralizados y a todos se les encogió el estómago al ver cómo volvía a sacar la mano (o lo que quedaba de ella) de la grieta, un amasijo de carne quemada. Pero ella no profirió ni un solo grito de dolor. Sus compañeros fueron a ayudarla y ella sacó de la mochila unas gasas y un líquido con el que limpió –retransmitido en directo- las enormes quemaduras, se vendó la mano... y continuó la ascensión. Sus compañeros se mostraban reacios a continuar tras lo sucedido pero ella insistió y finalmente accedieron a proseguir el camino.

Desde España, viendo en directo aquél accidente, él no pudo menos que coger en ese instante el teléfono y llamarla. Sonó el teléfono. Ella se llevó la mano sana al bolsillo y lo cogió. Las cámaras de televisión seguían filmando y retransmitiendo en directo estos acontecimientos.

Cuando ella escuchó su voz sonrió. “Ya sé que no es el mejor momento, pero estás en directo y acabo de verlo por televisión. ¿Cómo estás?”, le dijo él. “Pues sí, estoy bastante ocupada ahora –respondió ella sin perder la sonrisa- pero, tranquilo, está quemada pero todavía tengo mano”. “Piensa en ti, piensa en nosotros. Tienes que volver y hacer que te curen bien esa mano. No te hagas la héroe, no vale la pena”, le conminó él. “Está bien, no te preocupes, en cuanto los deje arriba, regresaré al campamento base para que me curen. Te quiero. Un beso”, se despidió ella.

Pero estaban en directo y toda la escena con los diálogos de ella, se emitieron en directo. Se supo así, en directo, que la heroína estaba enamorada. Había, pues, noticia: grave accidente de la popular guía y descubrimiento de que estaba enamorada.

A su regreso a España una decena de medios de comunicación la estaban esperando. Del aeropuerto fue directamente al hospital ya que en Tanzania tan solo le hicieron unas primeras curas de emergencia pero ahora necesitaría cirugía reconstructiva. Los periodistas preguntaban insistentemente de quién se había enamorado, pero ella simplemente respondía que no era nadie conocido y por tanto no debía tener mayor interés para ellos, pero sí que lo tenía. Aquélla relación, por tanto, no podría mantenerse en privado (que no oculta) mucho más tiempo, y ambos fueron conscientes de ello. Por eso aceleraron el proceso de maquetación y edición del libro que estaban preparando, escrito por ella, con algunas de sus vivencias más extremas, y con ilustraciones de él.

Conscientes de la expectación generada, y dispuestos a aprovechar ese tirón mediático, ella anunció una rueda de prensa para presentar su libro... y a la persona de quien se había enamorado. Y nadie sabía –ni siquiera los familiares más allegados- quién era él ni sospechaban que el autor de las ilustraciones del libro fuese la persona objeto infructuoso de todas sus pesquisas.


Cuando llegó la rueda de presentación, allí estaba él junto a ella. Él saludó primero a los padres y les habló, en privado, de su relación; estos le reprocharon lo hubiesen mantenido todo tan en secreto, pero “nuestra vida privada es nuestra”, interrumpió ella. Después, en el transcurso de la presentación del libro ella explicó que el autor de las ilustraciones era precisamente la persona de quien se había enamorado. Durante la posterior rueda de prensa, en la que se agolparon las preguntas de los numerosos periodistas, hurgaron en lo escabroso de su lesión y en cómo había quedado la mano (funcional pero deforme) y a este respecto le preguntaron a él si no le importaba tener una novia que ahora tenía una mano deforme. Sin inmutarse, respondió que la quería porque lo que de verdad le importaba era su alma y esta no había volcán en el mundo capaz de deformarla, y por eso se sentía ahora más orgulloso y feliz que nunca de poder estar a su lado y amarla.

sábado, 25 de abril de 2020

Definición de "Televisión"


En mi “Diccionario político”, que es una obra de crítica política y por consiguiente molesta a los políticos, doy una definición de “televisión” muy certera y que –ahora en estos tiempos de confinamiento por el coronavirus- se ha puesto más aún en evidencia.

“Televisión”: Electrodoméstico usado por los partidos políticos para lavar el cerebro de los ciudadanos.

Como podéis comprobar, esto que siempre era cierto, ahora aún lo es más. Por eso mi recomendación es que ya que tenéis que estar encerrados en casa (no es “confinamiento” sino “arresto domiciliario”) veáis en la televisión concursos, series, documentales, películas… pero nunca informativos ni debates.

Lo podéis comprobar por vosotros mismos: en los “informativos” sólo se da voz a lo que dice el Gobierno (perdón, quise decir “desgobierno) y en los debates la proporción de tertulianos a favor o en contra del desgobierno es de 9 a 1 o 10 a cero.

Fuente: "Diccionario político", Vicente Fisac, Amazon

viernes, 24 de abril de 2020

Dos frases como norma de vida


Mira tú por dónde, en estos tiempos de turbulencia, me han venido a la memoria dos frases (no sé si son mías, pero en cualquier caso las he adoptado, adaptado y hechas mías) que deberíamos mantener como norma de vida:

“Vivir con miedo, no es vivir”

“Es mejor morir de pie, que vivir de rodillas”

¿No te dicen nada en estos días de encarcelamiento (eso que llaman tan finamente “confinamiento” y que no es otra cosa que un arresto domiciliario)?

jueves, 23 de abril de 2020

España bajo censura


El desgobierno de España censura la libertad de expresión. No podía imaginar que yo fuese tan importante, pero resulta que ahora impiden que comparta en otros grupos de Facebook lo que escribo en esa red social, así que si tienes curiosidad por ver hasta qué extremos llega la censura en España, sólo tienes que ir a mi página de Facebook en donde –de momento- todavía puedo seguir publicando.

De todas formas, como los censores están centrados ahora en las redes sociales, aún no se han metido con blogs como este, en donde de vez en cuando hago alguna crítica al desGobierno, aunque -como puedes ver- son bastante inocentes.

En fin, lo que no van a hacer es callarme, y seguiré escribiendo aquí o donde sea lo que piense. Y por supuesto, lo que nunca podrán impedir será que piense. (aunque de esto hablaremos otro día).

De momento os recuerdo que tengo página en Facebook, Twitter y Linkedin, así como dos blogs activos que son este ("Palabras inefables"), en donde hablo de lo que me da la gana, y otro "AZprensa") en donde hablo de Ciencia, Salud y Actualidad.


miércoles, 22 de abril de 2020

¿Dónde están los chinos?


Al día siguiente de declararse el estado de alarma, todos los comercios regentados por ciudadanos chinos aparecieron cerrados, pero no sólo los bazares, zapaterías, tiendas de regalos, peluquerías, tiendas de ropa, etc., sino también los pequeños supermercados y tiendas de alimentación que de acuerdo con las normas del estado de alarma podrían haber seguido con su actividad.

Ya han pasado cinco semanas y no sólo es que esos establecimientos sigan cerrados, es que no se ha visto ni a un ciudadano chino circulando por la calle, y eso que se puede salir para comprar comida, ir a la farmacia o ir al médico. Sin embargo parece ser que los ciudadanos chinos no comen ni enferman, y por supuesto tampoco tienen perro, puesto que quienes tienen un perro pueden salir a pasearlo.

La pregunta es clara ¿dónde están los chinos? ¿Cómo sobreviven al encierro? ¿Cómo sobrevivirán, es decir, qué recursos económicos tendrán cuando por fin se pueda volver a la actividad normal?

En fin, otro misterio más; igual que la misteriosa desaparición de todos los indigentes, de todos los inmigrantes ilegales que llegan día tras día en pateras. ¿Dónde están? ¿Ya no siguen llegando? Porque la verdad es que nadie habla de ellos y tampoco se les ve.

lunes, 20 de abril de 2020

¿Es el ministerio de Sanidad una casa de citas?


Viendo la lista de personas que siguen las publicaciones del ministerio de Sanidad, uno se pregunta qué es lo que tanto atrae del mismo a mujeres despampanantes de todo el mundo. Si uno se fija en las personas que dan “me gusta” a sus publicaciones, se encuentra con un elevadísimo número de nombres extraños tras los cuales está la foto de una chica guapísima y sugerente, y poco más (y cuando digo poco quiero decir “y nada más”).

Todo hace pensar que son perfiles falsos creados para que parezca que hay mucha gente apoyando al ministerio de Sanidad o son perfiles comprados (sí, sí, se pueden comprar perfiles y eso es algo muy común en los políticos, y así puedes ver cómo hay árabes, rusos, chinos, etíopes, etc. que son seguidores de nuestros principales políticos).

Pero a lo que vamos y para dar un ejemplo concreto:
Publicación del ministerio de Sanidad en su página oficial de Facebook del día 17 de abril a las 13:49 horas.
Esta publicación tiene 48.000 “me gusta”.
Si nos ponemos a repasar quiénes han dado “me gusta” a esa publicación, nos encontramos a muchísimas bellas mujeres con nombres tan artísticos como estos:
Keeley Madamba
Kallie Mola
Madison Mcglokin
Shea Mikhail
Hayley Harral
Alejandra Fedorek
Hayden Denten
Pamela Shomer

Y así podría seguir muchísimo más, pero me temo que me iba a subir la libido porque todas ellas son preciosas…


¡Cómo nos manipulan!


Lo de este desGobierno (no merece llamarse Gobierno) raya en lo inaudito. Nos manipulan. Nos mienten. Nos engañan. Más claro no puedo decirlo… pero tú puedes comprobarlo por ti mismo, ahora mismo, si quieres. Vamos a ver un ejemplo que, ya digo, puedes comprobarlo tú ahora mismo:

1.- Métete en la página de Facebook del Ministerio de Sanidad. Sí, en su página oficial de Facebook.
2.- Busca alguna de las cosas que hayan publicado y que tengan más “me gusta”, alguna que tenga bastantes miles de “me gusta”.
3.- Pincha para ver qué personas son esas que han dado al “me gusta”.
4.- Verás que aparecen muchos nombres extranjeros, sobre todo en las noticias relativas al coronavirus.
5.- Elige al azar alguno de esos nombres extranjeros para ver de quién se trata. Pincha en él y verás que ese perfil ha sido creado hace solo unos pocos días y no tiene nada publicado. Se trata, pues, de perfiles falsos creados a propósito para dar popularidad a esa publicación y que parezca que tiene muchos seguidores y gente que apoya lo publicado.
6.- Y para colo, si tú ahora publicas un vídeo denunciando esto y consigues que aparezca en tu muro de Facebook, lo que no conseguirás es que la gente que lo vea (tus contactos habituales) puedan compartirlo, porque enseguida te bloquearán la posibilidad de compartirlo.

No voy a hacer más comentarios. Me ciño a los hechos y tú mismo puedes comprobarlo ahora mismo.

Antes de comprar un libro, comienza a leerlo gratis


No te lleves a engaño, antes de comprar un libro puedes comenzar a leerlo gratis, si te gusta lo que lees puedes después comprarlo o no, y si no te gusta, pues adiós y aquí no ha pasado nada. Así debería ser ¿verdad? y así es si haces la compra a través de Amazon.

Para que veas un ejemplo, aquí te dejo la lista de libros que tengo publicados en Amazon. Puedes revisarlos en este enlace:

Y por supuesto puedes comenzar a leer los que te apetezca para después decidir entre comprarlo (pudiendo elegir además entre edición digital o edición impresa) o seguir tu camino sin ningún compromiso.

domingo, 19 de abril de 2020

La luz horizontal


Dicen que la luz en Islandia es diferente. Desde luego nunca está en lo alto del cielo, sino que ilumina desde un lateral más o menos bajo según la hora y la estación. Presumen ellos de tener más horas de luz que Miami, por ejemplo, y es cierto, pero no nos engañemos, una cosa es la luz y otra muy diferente el sol. Los ratos en que aparece el sol, la vida es una fiesta y por eso, cualquiera que sea la hora del día o de la noche en que se pueda disfrutar del sol, resulta obligado salir a recibirlo y fundirse con él en un abrazo.

En el libro "Reflejos de Islandia" conoceremos Islandia tal como la conoció el autor, una visión muy alejada de los tópicos tradicionales y las guías de viajes organizados. A través de un ameno relato viajaremos por el país de la mano de una familia islandesa. Después, y como complemente, una serie de artículos, noticias y datos sobre Islandia, que aumentarán nuestra capacidad de asombro.

"Reflejos de Islandia", de Vicente Fisac
Disponible en Amazon (www.amazon.es)
Edición digital: 5 euros
Edición impresa: 12,90 euros

sábado, 18 de abril de 2020

Los españoles vamos a ser noruegos


Cuando todo esto acabe (la pandemia de coronavirus) los españoles seremos noruegos. Me refiero, en concreto, a que adoptaremos una sus reglas sociales más características: el espacio personal. Los noruegos son muy celosos de su espacio personal, ese radio de metro y medio de distancia que marca su área de privacidad. Si tienen que hacer cola, nada de aglomeraciones, la cola se dispondrá en orden y con una distancia de metro y medio entre unos y otros. Cuando caminan por la calle, nunca se juntan con otros viandantes, sino que siempre dejan ese espacio de metro y medio entre unos y otros.

Veamos un ejemplo que hasta ahora nos parecía exagerado. Supón que doblas una esquina y te encuentras con otra persona que va caminando en la dirección que tú deseas hacerlo; lo que nunca podrás hacer (si eres noruego) es caminar a su lado o inmediatamente detrás; tendrás que decidir entre ir más despacio para que la otra persona se aleje y quede más de metro y medio entre ambos, o acelerar tu paso para rebasarlo rápidamente y cuando ya lo hayas dejado atrás (a más de metro y medio) volver a tu ritmo habitual.

Otro aspecto que marca también ese respeto al espacio personal de cada uno, es el de los besos cuando se encuentran dos conocidos. Nada de besos; simplemente se da la mano, y si son muy amigos se dan un abrazo y se separan, nada de ir caminando abrazados o poniendo uno el brazo encima del otro. De igual forma sucede en los bancos y asientos públicos, nada de sentarse apretujados, siempre dejan una prudencial distancia entre unos y otros.

Este es uno de los cambios sociales que se va implantar entre los españoles cuando todo esto haya acabado. Pero, aunque este nuevo comportamiento que vamos a adoptar es el que ya practican los noruegos, en nuestro caso va a haber una gran diferencia: Ellos lo hacen por respeto a la privacidad de cada uno, mientras que los españoles lo van a hacer… por miedo al contagio.


"Cosas de Noruega", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:

viernes, 17 de abril de 2020

Diccionario Daimieleño: Agradecimientos


El "Diccionario Daimieleño – Español”, del que se ha concedido la exclusiva de publicación a Amazon, es un mérito compartido de todos aquellos que han contribuido a la recopilación de las palabras incluyéndolas en distintos foros de Internet a través de los cuales yo he podido rescatarlas. Son muchos, desde luego, quienes han contribuido a la pervivencia de estas palabras, aunque no me ha sido posible acceder a las sugerencias de todos ellos y por tanto la relación de personas citadas en la siguiente relación es incompleta. Vaya a todos ellos, a los que están y a todos los que también deberían estar en esta lista, mi más sincero agradecimiento:

Alberto Sánchez Camacho;
Almudena López Cejudo;
Ana Isabel García Consuegra;
Ana Moro;
Ángel Fisac;
Antonio José García Moreno;
Antonio Prado Jiménez;
Antonio Redondo Velázquez;
Antonio Romero Vallbona;
Bárbara González de Murillo;
Carlos Herreros;
Carlos Rodríguez de Guzmán;
Carlos Sanroma;
Carlos Truji;
Carmen Díaz;
Carmen Espinosa;
Carmen Pili Ramos;
Carol Rodríguez de Guzmán;
Chelo García Muñoz;
Chelo González;
David Box;
David Cejudo;
David García Pliego;
Encarni Rodríguez;
Enrique Núñez de Arenas;
Fernando Aguirre;
Francisco Javier Antequera Negrete;
Gema García Consuegra;
Isabel López de la Nieta;
Ismael Terriza;
Javier G. Carpintero;
Javier Gómez del Pulgar;
Javier Pérez Campos;
Jesús García;
Jesús Miguel García Moreno;
Jesús Pozuelo;
José Luis López;
José Rodríguez;
Juan Antonio Vaquera Durán;
Juanjo Sánchez Camacho;
Juan Luis Loro Gallego;
Juan Manuel Casado;
Lourdes Pinilla;
Luis Manuel Córdoba Paredes;
Luis Miguel Hernández Villegas;
Luis Sánchez-Valdepeñas;
Luz Fernández Bermejo;
Manuel Fernández Calvillo;
María Dolores Martín Consuegra;
Mari Carmen Fisac;
Mari Cruces Martín de la Sierra;
Mari Cruces Rodríguez Aparicio;
Mari Nieves Villegas;
María Negrete;
Maria José Negrete;
Marta Molina Negrete;
Martina Negrete;
Melania Berdún;
Miguel Angel García Muñoz;
Miguel Dna;
Miguel López Astilleros;
Miriam Arcís Carmona;
Montse García Consuegra;
Nazarét Aranda;
Nieves Loop;
Nieves López;
Oscar López de la Nieta;
Pablo Carmona Rodríguez;
Pablo Ortega Rodríguez-Madridejos;
Paki Nokakedoki;
Patricia Largo;
Pedro García-Moreno Rodríguez-Barbero;
Pedro Garzas;
Prado Garzas;
Raquel Fisac;
Raquel Jiménez;
Raúl Escuderos;
Rocío Baeza Morales;
Rufino Gr;
Teresa Cejudo;
Teresa Moro;
Tófol González;
Toni Romer;
Verónica Rodríguez de Guzmán;
Verónica Rodríguez García;
Vicente Astillero Ballesteros;
Vicente Moreno;
Vicente Núñez;
Vichu Gpla;
Víctor Casero;
Virgi Espinosa

Y vaya también mi agradecimiento a todas las personas que de forma directa o indirecta han contribuido a la recopilación de palabras, expresiones y datos para este diccionario. De igual forma hay que agradecer también su contribución al “Diccionario Torralbeño-Español”, del que se han tomado algunas palabras al tratarse de idiomas hermanos.


“Diccionario Daimieleño – Español”: https://amzn.to/3qT88mu

jueves, 16 de abril de 2020

La final de tenis más surrealista de la historia


Si eres aficionado al tenis seguro que habrás visto algún partido por televisión y, en especial, alguna de esas emocionantes finales de Gran Slam. Sin embargo puedo asegurarte que jamás habrás visto una final de tenis como la que te voy a contar y que he definido como “la final de tenis más surrealista de la historia”. Así sucedieron los hechos…

Yo era un gran aficionado al tenis, y digo “gran” por la afición, no por los resultados. Para mí, devolver dos o tres veces seguidas la pelota ya era un éxito y conseguir que la misma entrara dentro del rectángulo de juego me producía la mayor de las satisfacciones. Pero como era un gran aficionado, me apuntaba a todos los torneos que podía. Así, en el año 1982 se celebró el “III Torneo de Tenis Sideta” que organizaba la empresa en la que trabajaba y en la que participaban los empleados que quisiesen.

Para dar más lustre al torneo se pidió a los proveedores más fieles que nos regalasen las copas y estos nos sorprendieron gratamente con 3 copas, una para el ganador, otra para el segundo clasificado y otra para el tercero. Pero hubo una sorpresa: uno de los proveedores nos regaló además un “entrenador de tenis”, un artilugio consistente en una base pesada que se ponía en el suelo y de la que salía una larguísima goma elástica al final de la cual estaba atada una pelota de tenis. Cuando golpeabas la pelota, esta salía disparada y estiraba la goma al máximo para después volver hacia ti, con lo cual podías practicar tú solo en cualquier superficie plana como si estuvieses en un frontón. “Esto es para el que quede el último”, nos dijeron.

Se hicieron varios grupos y comenzó el campeonato a modo de liguilla, lo cual me permitió no caer eliminado a las primeras de cambio (a pesar de haber perdido 6-0 y 6-0 como era costumbre), sino jugar dos partidos más y –para sorpresa de todos- el 6-0 dejó de ser el resultado habitual ya que conseguí hacerme un 6-1. Lógicamente quedé el último del grupo pero... ¡oh sorpresa! había otro compañero del laboratorio en las mismas circunstancias que yo, por lo cual se hacía preciso un partido de desempate entre ambos para dilucidar quién era el peor de todos y por consiguiente el merecedor del codiciado premio (y digo codiciado porque hasta los que se llevaron una de las Copas miraban con envidia ese premio).

El insólito partido de desempate se prometía interesantísimo y congregó como espectadores y jueces a muchos de los compañeros que habían participado en el Torneo. Puedo asegurar que este partido despertó más expectación y atrajo más espectadores que la final para dilucidar quién era el ganador del torneo. Empezó el partido. Saqué yo. Fallo y fallo (0-15). Saqué la segunda bola. Fallo y fallo (0-30). Saqué la tercera. “Esto va bien”, dije para mis adentros. Y efectivamente, sin hacer mucho esfuerzo fallé los dos intentos (0-40). Un run run comenzó a escucharse entre los espectadores. Saqué una nueva bola. Fallo y fallo. Juego para el “resto”, o sea, para el contrario (que es así como se dice en el argot tenístico). Le tocó sacar a él y se le notaba el mosqueo. Él también quería conseguir el premio, así que copió mi táctica. Fallo y fallo (0-15). Fallo y fallo (0-30). Pero se le notaba más que a mí eso de fallar a propósito, así que los jueces pararon el partido. Nos dijeron que eso no valía, que había que jugar de verdad, haciéndolo tan mal como supiéramos pero intentado hacerlo bien, así que anularon esos juegos y volvimos a empezar desde el principio, con muchos ojos atentos para que no fallásemos a propósito. El partido fue realmente reñido. A veces yo golpeaba la pelota con la raqueta a modo sartén y gran potencia, realizando un globo (que parecía aerostático) que lanzaba la pelota por encima de la alambrada que rodeaba el campo y aterrizaba muchos metros más allá. Yo me volvía hacia los jueces y con gran serenidad y aplomo preguntaba: “¿Ha sido out?”. Las carcajadas de todos iban haciendo mella en la moral de mi contrincante que veía imposible llegar a jugar tan mal como yo. Estaba claro que los dos queríamos perder pero hacíamos todo lo posible por ganar, y nuestras habilidades tenísticas eran muy parejas. Sin embargo, tras notables esfuerzos, conseguí perder aquél partido y proclamarme ganador del codiciado trofeo.

Y fue así como el peor jugador consiguió ganar un torneo de tenis para envidia de todos los demás participantes.

miércoles, 15 de abril de 2020

Si vais de compras a Vitoria...


Esto es lo que le dijo una madre andaluza a sus hijos cuando estos le dijeron que se iban de viaje al País Vasco:

“Si vais de compras a Vitoria no Gasteiz mucho”.

martes, 14 de abril de 2020

Daimieleños: La única raza que nadie logró doblegar


Los habitantes de Daimiel se dividen en dos clases: chuchos y borregos. Pero no pienses que se trata de insultos, sino todo lo contrario, porque tanto los chuchos como los borregos llevan con orgullo tal denominación. Chuchos son los feligreses de la parroquia de Santa María y borregos son los feligreses de la parroquia de San Pedro.

Y es que los daimieleños son una raza invencible, en realidad, la única raza que nadie ha conseguido vencer en toda la historia de la humanidad. ¿Sabes por qué? Porque cualquiera que intente conquistarlos siempre acabará en Tablas. (En la imagen: Parque Nacional de Las Tablas de Daimiel").

Si quieres conocer más de esta peculiar raza, conviene que te familiarices con su idioma, así que aquí tienes este libro. Pero ¡ojo! ten cuidado porque ya se advierte en el mismo lo siguiente: “Se advierte a todas las personas sin sentido del humor, se abstengan de leer este libro”.

PD.- En la imagen superior, el parque nacional de las "Tablas de Daimiel".


"Diccionario Daimieleño - Español", de Vicente Fisac. Disponible en Amazon, en ediciones digital e impresa:


lunes, 13 de abril de 2020

El teatro más alto del mundo


Aunque no se haya incluido en el libro Guiness de los record, hay que dejar constancia de que el teatro más alto del mundo estuvo a 10 km. de altitud, es decir, superando en más de un kilómetro al Everest, la montaña más alta de la Tierra. ¿Cómo es posible esto? La respuesta nos la dio la compañía Icelandair que celebró hace unos años su 80 aniversario y con tal motivo ofreció a sus pasajeros una obra de teatro que se representó en dos de sus vuelos más emblemáticos.

Esta obra de teatro constaba de tres actos, el primero se representaba durante el vuelo Londres-Reykjavik; el segundo acto se representaba en la sala de espera del aeropuerto de Reykjavik; y el tercero se representaba durante el vuelo Reykjavik-Nueva York, a más de 10 km. de altitud. La obra contaba la historia de la compañía y estaba interpretada por empleados de la misma.

Con esta original celebración, Icelandair quiso llamar la atención sobre los atractivos turísticos de Islandia y la creciente facilidad de conexión entre este país y los restantes destinos del mundo. Pero no acaóa ahí la cosa, sino que también ofreció a los viajeros que visitasen Islandia en esas fechas entradas gratis para conciertos y para partidos de fútbol.