Al día siguiente de declararse el estado de alarma, todos
los comercios regentados por ciudadanos chinos aparecieron cerrados, pero no
sólo los bazares, zapaterías, tiendas de regalos, peluquerías, tiendas de ropa,
etc., sino también los pequeños supermercados y tiendas de alimentación que de
acuerdo con las normas del estado de alarma podrían haber seguido con su
actividad.
Ya han pasado cinco semanas y no sólo es que esos
establecimientos sigan cerrados, es que no se ha visto ni a un ciudadano chino
circulando por la calle, y eso que se puede salir para comprar comida, ir a la
farmacia o ir al médico. Sin embargo parece ser que los ciudadanos chinos no
comen ni enferman, y por supuesto tampoco tienen perro, puesto que quienes
tienen un perro pueden salir a pasearlo.
La pregunta es clara ¿dónde están los chinos? ¿Cómo
sobreviven al encierro? ¿Cómo sobrevivirán, es decir, qué recursos económicos
tendrán cuando por fin se pueda volver a la actividad normal?
En fin, otro misterio más; igual que la misteriosa desaparición
de todos los indigentes, de todos los inmigrantes ilegales que llegan día tras
día en pateras. ¿Dónde están? ¿Ya no siguen llegando? Porque la verdad es que
nadie habla de ellos y tampoco se les ve.
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