Pocos jugadores hay en el mundo que sientan mayor
predilección por franco que Messi, porque nadie tira mejor que él los golpes
francos. Y es que por mucho que se empeñen en borrar todo vestigio de esta
palabra, la realidad es que sigue presente hasta en el fútbol, aunque lo malo
es que sigue dividiendo en dos bandos a las personas. Cuando el árbitro pita un
golpe franco a tu favor, todo es alegría y esperanza, sobre todo si tienes a
Messi o a otro jugador experto en lanzar este tipo de faltas, en tu equipo. Por
el contrario, si el golpe franco es pitado en contra de tu equipo, enseguida
surgirá el temor y la angustia en los aficionados, temiendo que dicho disparo
se transforme en gol en contra.
En cualquier caso, y para los imparciales, el golpe
franco es una delicia para el espectáculo… se hace el silencio, crece la
expectación, se sigue un ritual casi religioso a la hora de colocar el balón,
separar la barrera, dar los pasos necesarios… y después viene la explosión de
alegría si el resultado ha satisfecho tu esperanza o la desesperación y mesura
de los cabellos si aquello se traduce finalmente en tragedia deportiva.
No hay comentarios:
Publicar un comentario