La palabra franco da mucho juego en nuestro idioma. Si
juntamos franco con colín nos da como resultado francolín y ese es el nombre de
una ave gallinácea que es algo así como una cosa intermedia entre la perdiz y
el faisán, o sea, que es gallina pero más bonita y con más categoría que las
que a diario nos abastecen de huevos.
Y sin irnos muy lejos, en países de habla hispana como
Ecuador o Chile, se llama francolino (eso es, añadiéndole una o al final) a los
gallos que no tienen cola.
Así que ya vemos que en el reino zoológico también está
presenta franco y por muchos años, porque ninguna de estas especies (francolines
y francolinos) está en peligro de extinción.
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