Una
de las cosas más populares –y sin embargo más absurdas- de la navidad, son los
villancicos. Las letras de estas canciones no tienen ni pies ni cabeza; como
ejemplo vamos a analizar hoy la letra del famoso villancico “Los peces en el
río”.
“La
Virgen está lavando y tendiendo en el romero, los pajarillos cantando, y el
romero floreciendo”.
Para
empezar el romero no es una planta típica de Belén y, por supuesto en aquella
época del –aunque hubiera romero- este no florecería.
“La
Virgen se está peinando entre cortina y cortina, sus cabellos son de oro, el
peine de plata fina”.
¿Pero
no habíamos quedado que estaba lavando? ¿Cómo es que lo hace entre cortina y
cortina? Que sus cabellos sean de oro pase que sea una metáfora, aunque no
consta que la Virgen fuera rubia, pero el peine no podía ser de plata puesto
que eran pobres.
“La
Virgen va caminando por entre aquellas palmeras, el Niño mira en sus ojos, el
color de la vereda”.
Esta
estrofa es la única que puede pasar, aunque el único color de aquellas tierras
era el marrón de las zonas áridas.
“Pero
mira como beben los peces en el río, pero mira como beben por ver al Dios
nacido. Beben y beben y vuelven a beber, los peces en el río por ver a Dios
nacer”.
Poco
sabía de zoología quien escribió este estribillo: los peces no beben sino que
toman el oxígeno del agua que pasa por sus branquias. Además, si los peces
están dentro del agua (porque fuera se morirían) ¿cómo van a ver al niño si
este se encuentra en tierra firme?
Como
podemos comprobar, un total sinsentido. Quizás quien lo escribió lo hizo
después de beber y beber… pero no precisamente agua.
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