El
que escribió la letra de este villancico debía tener un vocabulario muy pobre,
pues apenas sabe más de una docena de palabras y como no sabe más, pues las
repite una y otra vez. Vean qué desaguisado:
“Los
pastores a Belén corren presurosos. Llevan de tanto correr los zapatos rotos”.
Para
empezar ya se está metiendo con los pobres pastores, a los que hace más pobres
aún ya que se les rompen los zapatos y llegarán a Belén posiblemente descalzos.
“Hay
hay hay- Que alegres van. Hay hay hay. Si volverán. Con la pan pan pan. Con la
de de de. Con la pan con la de. Con la pan con la de. Con la pandereta. Y las
castañuelas”.
¡Viva
el rico idioma español! ¡Ay, ay, ay (ahora sin hache lo digo yo)! Esto es lo
que sucede cuando escuchamos esta estupidez de estrofa. Y todo para decir que
van con una pandereta y unas castañuelas, instrumentos que por otra parte no se
utilizaban allí ni en aquella época. ¡Ah! Y encima dice que van muy contentos…
¡pero si se les han roto los zapatos y están exhaustos de tanto correr!
“Un
pastor se tropezó a media vereda y un borreguito grito: ¡este aquí se queda!
Para
terminar mete otra pequeña estrofa para celebrar que uno de los pastores se da
un leñazo, y al verlo, hasta un burro se pone a hablar. En fin, sin más
comentarios.
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