De
todas las letras de villancicos, quizás sea esta la más absurda de todas. Vean
sin no…
“Hacia
Belén va una burra rin, rin Yo me remendaba, yo me remendé, yo me eché un
remiendo, yo me lo quité. Cargada de chocolate. Lleva su chocolatera rin, rin, su
molinillo y su anafre, María, María, ven acá corriendo, que el chocolatillo se
lo están comiendo”.
Ese
estribillo que se pone en medio de las estrofas es realmente estúpido: se echa
un remiendo y luego se lo quita. ¿Pa qué? ¿Qué sentido tiene? Después resulta
que llevan chocolate, cuando no se exportó desde América hasta muchos siglos
más tarde. Y para colmo, parece que hace gracia que roben el chocolate y tengan
que hacer correr a la Virgen para evitar el robo. (Por cierto, pregúntenle a cualquier niño qué es un "anafre"; si hay alguno que lo sepa, le invitamos a un viaje a Disneyland París. ¿Cómo se les ocurre poner esas palabrejas en una canción hecha para que la canten los niños?).
“En
el Portal de Belén rin, rin… Han entrado los ratones. Y al bueno de San José
rin,
rin… ¡Le han roído los calzones! María, María, ven acá corriendo, que los
calzoncillos, los están royendo”.
Ya
sabemos que en el portal de Belén había poca higiene, pero ningún historiador
ni apóstol habló nunca de ratones. Pues el letrista dice que sí que había
ratones y que le royeron los calzoncillos a San José, ¡y encima lo cantan en
plan festivo! Poca humanidad, por no decir ninguna, tiene quien lo escribió.
¡Ah, y tampoco conocía los tiempos de los verbos: ¿en qué quedamos, los ratones
“han roído” (pasado) o “están royendo” (presente)?
“En
el portal de Belén rin, rin… Gitanillos han entrado, Y al Niño que está en la
cuna
rin,
rin... Los pañales le han robado. María, María ven acá volando que los
pañalillos, los están llevando”.
Para
terminar con los despropósitos hace ahora apología del racismo y homofobia
denigrando a la raza gitana a los que acusa de ladrones y de una cosa tan
absurda como robar unos pañales. Teniendo en cuenta que en aquella época no
había Dodotis, estos serían unas simples piezas de telas casi sin valor alguno,
por lo que poco beneficio iban a sacar. Para colmo, y como siempre, amargan a
la Virgen reclamando su presencia para que evite todos los robos. Para este
letrista, el portal de Belén no era un establo sino un centro de convenciones
para los ladrones.
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