Durante los años de mi trayectoria profesional en la
Organización Médica Colegial (OMC) coseché grandes logros... y también algún
sonoro fracaso. De estos últimos, el que más me dolió fue no haber sido capaz
de cambiar la actitud del cuadro directivo a la hora de enfrentarse a los
periodistas en una Rueda de Prensa. Comencé a ver cómo llegaban a la misma sin
haberse preparado nada, iban de sobrados, dispuestos a contar lo que ellos
querían pero sin haberse puesto de acuerdo siquiera en el papel que debía jugar
cada uno de los portavoces. Les insistí en numerosas ocasiones que era
necesario reunirse previamente para definir bien los mensajes que deseaban
transmitir, acordar quién contestaría a posibles preguntas comprometidas y qué
salida se daría a las mismas. Fue imposible; nunca conseguí que se reuniesen
antes para organizarse un poco, preparar y reforzar los mensajes.
También les insistí en la necesidad de recibir algún curso
de formación de portavoces. Todos tenemos determinados tics y defectos a la
hora de hablar en público (y más aún si hay cámaras de televisión por delante)
y eso exige una preparación previa para que se nos vea con soltura y capacidad
de convicción ante la audiencia. Lo intenté varias veces, les presenté
presupuestos y diversas alternativas... pero nada, ellos no creían que les hiciese
falta nada de eso, iban de sobrados.
Y los hechos demostraron que ese “ir de sobrados” pasa
factura y se cometen numerosos errores que los periodistas utilizan para “hacer
sangre” (ya se sabe que cualquier metedura de pata en una Rueda de Prensa saldrá
al día siguiente como titular destacado), y así fue no una, sino muchas veces.
Por el contrario, cuando estaba trabajando en la industria
farmacéutica organicé cursos de formación para portavoces tanto internos
(cargos directivos de la empresa) como externos (médicos líderes de opinión) y
tanto unos como otros agradecieron siempre esos cursos y los utilizaron con
provecho.
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