La polémica está servida: el PSOE ataca otra vez a la
Iglesia con todo su armamento demagógico e hipócrita: piden que la Iglesia
pague el IBI que corresponde a todas sus propiedades inmobiliarias al igual que
cualquier otro ciudadano y no gocen por tanto del privilegio de estar exentas
de tal tributo.
Y tienen razón, nadie debería estar exento de pagar esos
tributos. Ya lo dijo el propio Jesucristo: “Dad al César lo que es del César y
a Dios lo que es de Dios”.
Por consiguiente yo también soy de la opinión de que la
Iglesia debería pagar los impuestos correspondientes. Pero a diferencia del
PSOE yo no soy hipócrita y trato de ser consecuente con mis ideas. Por lo tanto
opino que nadie (osea: nadie) debe quedar exento de tal obligación. Esto
significa que también hay que exigir el pago del IBI a los partidos políticos
(que gozan del privilegio de estar exentos de tal pago), exigirlo a los
sindicatos (idem), exigirlo a las Fuerzas Armadas, a los Centros sanitarios, a
las ONGs, a los centros religiosos de religiones distintas a la católica (que
también están exentos), e incluso –como me ha sorprendido leer- a la Duquesa de
Alba (que no paga el IBI del palacio de Liria) o a los dueños del Hotel Palace
(que tampoco lo pagan). Queda clara mi postura: Que nadie quede exento de tal
tributo.
Ahora bien, una vez pagados esos tributos sí que se puede
arbitrar una medida de rebajas fiscales para aquellas organizaciones que
realicen obras benéficas.
Pero sobre todo, cualquier cosa menos la hipocresía y la manipulación
del populacho.
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