Hace unos cuantos años organicé un partido de fútbol en el
campo del Rayo Majadahonda que resultó ser digno de pasar a los anales de la
historia, entre otras cosas por su insólito resultado final: empate a 8-1.
¿Cómo es posible eso? Vayamos por partes. En primer lugar, y
para justificarlo, hay que decir que se trataba de un partido amistoso para
recaudar fondos para una ONG, concretamente “Médicos del Mundo”, y esa fue la
forma solidaria de celebrar el primer año de la recién fusionada AstraZéneca.
Es evidente que en un partido “amistoso” y “solidario” no puede haber ni
vencedores ni vencidos, de ahí que el resultado final fuese de empate a 8-1.
Pero conozcamos ahora algunos detalles de aquél insólito
partido. La selección de “Médicos del Mundo” estaba formada por 21 jugadores en
la más amplia acepción de la palabra, es decir “jugadores”. Su entrenador era
de postín: Adelardo, el gran e histórico centrocampista del Atlético de Madrid.
Sin embargo, ya desde el banquillo, la selección de AstraZéneca era superior:
32 jugadores (la cifra más alta que jamás haya saltado a un campo de fútbol,
porque además, todos saltaron al césped y jugaron... bueno, quiero decir, que
saltaron al césped y corrieron por ahí. Y en cuanto al entrenador, pues si los
otros tenían un entrenador de postín, nosotros tuvimos dos: Pantaleón, una
vieja gloria del Real Madrid y Agustín, el que fuera portero del Real Madrid.
Incluso en lo que se refiere al cuerpo médico, el equipo de AstraZéneca fue superior
con el banquillo más completo que se haya visto jamás en un estadio de fútbol:
un médico, una enfermera y un... ¡veterinario!
Desde el primer momento, el equipo de AstraZéneca buscó la
portería contraria; otra cosa bien distinta es que la encontrara. Además no
abusó nunca de la posesión del balón sino que constantemente se la entregaba
con generosidad –como corresponde a un partido amistoso- al equipo contrario.
Mientras algunos jugadores daban muestras de su clase, otros eran una pesadilla
para el centro del campo rival y algunos eran una pesadilla hasta para sí
mismos, y en las bandas se notaba la alegría, no tanto de los gritos de ánimo
del público asistente como del aire que dejaban los espacios abiertos para el
ataque rival.
En cualquier caso, el partido tuvo dos tiempos bien
diferenciados y equilibrados: mientras que en la primera parte los goles caían
en la portería de la derecha, en la segunda parte lo hicieron en la de la
izquierda.
Pero además del insólito resultado de empate a 8-1 (contar
los goles que iban cayendo era realmente difícil si no se disponía de
calculadora) el partido se distinguió por otras no menos insólitas
características. Por ejemplo, cuando el marcador señalaba 8-0 el equipo de
AstraZéneca dio salida a su jugador número 33 (el cual no figuraba en la
relación oficial de jugadores para no dar pistas al equipo rival). Con su
salida al campo se produjo otro hecho histórico: el jugador más joven que
debuta en un partido de fútbol. Se trataba del nieto de Pantaleón, el joven Guillermo,
de ocho años, el cual no se acomplejó ni por el resultado ni por la envergadura
de los rivales. Cogió el balón, fue sorteando a todos los contrarios que,
temerosos, se apartaban a su paso, disparó a puerta y marcó el gol del empate.
Ni Pelé debutó tan joven ni tuvo tanto éxito en su debut.
Pero no sólo aquél gol mereció pasar a los anales de la
historia, también lo merecía el que marcó Pepe... en propia puerta. Fue el gol
más bonito de la tarde y el más largamente ovacionado por el público. Como diría
su autor: “le he dado en un escorzo y creo que vale la pena”, explicando
después que “el gol lo he metido porque defendía, en realidad era el único que
defendía, y eso también tiene su mérito. Para que lo metan ellos, lo meto yo”.
Del entusiasmo de aquél equipo pueden dar fe algunas de las
declaraciones realizadas, como, por ejemplo, las siguientes: “estamos
disimulando para que se confíen”; “no nos han metido más que cinco, esto es
superable”; decían algunos al descanso. Y entre las declaraciones realizadas al
final del partido destacamos, por ejemplo, estas otras: “hemos jugado un gran
partido”; “creo que tácticamente los entrenadores han fallado, porque tenemos
un excelente equipo”; “jamás en mi vida había aguantado 90 minutos viendo un
partido, así que esto dice mucho en favor de este encuentro”.
Finalmente, el equipo de AstraZéneca se proclamó subcampeón
del torneo y sólo pudo ser superado por el equipo campeón (no había más equipos
participantes en dicho torneo).
En honor a los héroes de aquella memorable tarde,
reproducimos a continuación la alineación de tan histórico equipo:
Javier “Gigante” Domínguez
Juan Carlos “Atrapagoles” Rodríguez
Ángel Blanco “Gelucho”
José María “Rayo Vallecano” Sánchez Escobar
Zoilo “Zorro” Rodríguez
Francesc “Pulmón” Aldea
Ramón “Diagnóstico” Estiarte
Carlos “Conexión” Barcina
Paco Morales “El hombre radioactivo”
Pepe “Protón” Gutiérrez
Joaquín Rodrigo “El músico del área”
Alberto “Pulverizador” Ceniza
Fernando “Todoterreno” García Martínez
Pepe “Oui” Francés
Ramón “Artista” Velázquez
Alberto “Terminator” Fernández
Zaid Nakhuda “La perla de Oriente”
José Antonio “Tornado” Paniagua
Ricardo “Corazón de León” García
Juanjo “Super-chip” López
Martín “Cazagoles” Costales
José Luis Zalve “El Zalvador”
Javier Nuevo “El debutante”
Carlos López “Super López”
Paco “Fantástico” Lires
Humberto “La Plaga” Bovio
Onofre “Epidemia” Vegazo
Tim Jones “El tigre de Gales”
Jorge “Gallego” González
Ignacio “Financiero” Rodríguez
Fernando “Recursos” Rincón
Fernando García “El expreso de AstraZéneca”
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