Algunos laboratorios farmacéuticos tienen en el
propio nombre que los identifica uno de sus principales rivales para que el
público general los identifique y recuerde. Si yo hablo de “peficer” es posible
que muchos no sepan a quien me refiero, pero tanto este nombre como el de
“faiser” serían –para las personas que no saben inglés- el nombre de ese
desconocido laboratorio líder cuyo nombre se escribe “Pfizer” y la mayoría no
sabe pronunciar.
Cuando otros se refieren a “geseca”, en
realidad quieren decir “GSK”, pero si intentáis que pronuncien el nombre
completo “Glaxo SmithKline”, o sea “glaxo esmizclain”, lo único que
conseguiréis será liarlos.
Hay otros que ya, de entrada, son más
impronunciables, como “boeringer ingeleim”, o sea, Boehringer Ingelheim” y
otros a los que por no ponerles el acento que cualquier palabra esdrújula debe
llevar los pronuncian mal. Tal sería el caso de AstraZeneca, que lo pronuncian
como palabra llana, es decir, con acento ortográfico en la penúltima sílaba
–que suena “astrazenéca”- cuando debería pronunciarse “AstraZéneca” para lo
cual debe llevar acento gráfico en la sílaba “Zé”.
En cambio otros lo tienen mucho más fácil,
tales como Bayer, Novartis, Almirall, etc. algo que beneficia enormemente los
resultados de la comunicación y publicidad.
Cuando se crea un laboratorio y se busca un
nombre para el mismo, la primera regla de oro que debe seguirse es la de darle
un nombre que, además de ser corto, fácil de ecordar, etc., sea también fácil de
pronunciar en todos los idiomas.
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