Se celebra en estos días la feria del arte contemporáneo, ARCO, y vuelve así a la actualidad el llamado “arte” contemporáneo. Destacan, en el campo de la escultura, por ejemplo, unas cajas de cartón apiladas. Obras de “arte” como esta pueden contemplarse todas las que se quieran en cualquier nave de cualquier polígono industrial de España. En el campo de la pintura, destacan muchos cuadros consistentes en un lienzo sobre el que se han lanzado botes de pintura o se han dado brochazos posiblemente con los ojos cerrados. Luego llegan los “críticos” y ensalzan las virtudes de estas obras de “arte” y tratan de explicar lo que el artista transmite a través de tales mamarrachadas. Así, no es de extrañar que en muchas de estas exposiciones salte con frecuencia la noticia de que una señora de la limpieza ha tirado a la basura cualquiera de estas obras de “arte” ya que para ella (y para cualquier persona normal) sólo eran “basura” que algún desaprensivo había dejado esparcida en medio de la exposición.
Cuando el arte hay que explicarlo, no es arte, sino tomadura de pelo.
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