Los mismos que criticaban que el Gobierno no comprara vacunas (contra la Gripe A) para el 100% de la población, critican ahora al Gobierno porque tira a la basura todas las que han sobrado (y han sido muchas).
Esto ya se sabía, porque las vacunas deben actualizarse todos los años ya que los virus mutan y, en concreto, así se ha hecho en la vacuna contra la gripe de este año.
La gestión de la Gripe A ha sido todo un cúmulo de despropósitos. La OMS se empecinó en su mensaje apocalíptico. Los médicos alertaban que sólo se trataba de una gripe benigna, aunque algo diferente a la de otros años. Unos clamaban porque se comprasen vacunas para todos y en cambio muchos médicos y profesionales sanitarios no querían vacunarse ante el cúmulo de dudas que rodeaban a esta ficticia pandemia. La OMS cambió la definición de pandemia, pero no le explicó este cambio a la población, así que todos seguíamos entendiendo que cuando se hablaba de “pandemia” se hablaba de riesgo masivo de mortalidad. Los laboratorios se hincharon a fabricar con código de urgencia (y las “urgencias” siempre provocan dudas) millones de vacunas, los avispados comerciantes de todo tipo (mascarillas, guantes, toallitas, pañuelos, humidificadores y hasta los más insólitos utensilios) hicieron su agosto en pleno invierno. Los periodistas daban su parte diario de muertes (sin explicar que esta mortalidad era infinitamente menor que la de años anteriores). El ministerio de Sanidad daba partes diarios e informaba de todo a la población. Se compraron vacunas por importe de 42 millones de euros. Cada Comunidad Autónoma compró muchos millones también de guantes, mascarillas, etc. El ministerio de Sanidad se gastó también 3,3 millones de euros en publicidad para la prevención.
Luego, cuando pasó el aluvión se vio que aquella había sido la gripe más benigna de las últimas décadas. En los almacenes se apilaban miles de vacunas y de utensilios supuestamente preventivos por un importe de muchos millones euros. Se dijo que los sobrantes eran con derecho a devolución, pero de esto nunca más se dieron explicaciones. Como resultado, muchos millones de vacunas a la basura, aunque nadie ha explicado qué procedimiento de destrucción (esperamos que no contaminante) se ha decidido emplear. Como resultado, también, muchos millones de euros desperdiciados. Eso sí, “lo volveríamos a hacer” han declarado, porque la protección de la población (y la de sus votos) está por encima de cualquier otra consideración.
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