"La silla vacía
se cuela en mi vista
e insiste y suplica
atención.
No sabe palabras,
ni gestos ni manos
o un signo que exprese
emoción.
La silla vacía,
sola, inmóvil y fría
reclama mi ayuda
con obstinación.
La silla vacía me grita a su modo
que uno más uno son dos".
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