domingo, 21 de marzo de 2010
El círculo de setas (I)
Arne salió aquella mañana temprano a pasear por el bosque buscando, como tantos otros días en el otoño, llenar su cesta con setas. Una densa niebla daba una mágica luz al paisaje y hacía difícil, a veces, continuar el camino por el bosque. Tras media hora caminando, sin saber muy bien dónde estaba –quizás se hubiese desviado del camino habitual- llegó a un pequeño claro en el bosque. Una figura extraña parecía dibujarse en el suelo unos pocos metros frente a él. Parecía un círculo. Se acercó y conforme avanzaba su sorpresa fue en aumento al descubrir un perfecto círculo de setas en el suelo. Era un círculo casi perfecto, de unos tres metros de diámetro. Con cuidado de no pisar las setas, se situó en el centro del círculo y quedó maravillado de la perfección de aquella formación. Fue girando la vista poco a poco, siguiendo con la mirada aquél círculo. Al fin, decidió agacharse y coger de una en una aquellas setas para introducirlas en su cesta. Con su navaja de hoja curva fue cortando minuciosamente cada una de las setas. Cuando hubo terminado, su cesta estaba llena y el círculo... había desparecido. Se levantó y, habida cuenta de que ya no le cabrían más setas en su cesta, decidió dar por concluido el paseo y regresar. Se dio la vuelta, la niebla continuaba igual de espesa, y al cabo de unos minutos se dio cuenta de que algo no iba bien. No le resultaba conocido aquél entorno y le era difícil encontrar el camino de regreso o siquiera un punto de referencia con el que poder orientarse.
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