martes, 23 de marzo de 2010
El círculo de setas (III)
Dejó atrás el puente y se dirigió con el corazón acelerado hacia aquella ciudad que no conocía. Se acercó a una pareja de campesinos que venían en su dirección y les preguntó que dónde estaba, que qué ciudad era aquella. Los campesinos le miraron con extrañeza y empezaron a hablarle en un idioma que no conocía. ¿Campesinos extranjeros en aquél pueblo? Aquello era más extraño aún, así que se despidió por señas de ellos y siguió presuroso su camino. De una tienda salía una señora con varios panes en una cesta y le formuló la misma pregunta, pero la respuesta fue idéntica, borbotones de palabras en un idioma que no conocía. Entonces levantó la vista y se fijó en el letrero de aquella panadería: el letrero estaba escrito en un idioma que no conocía. Arne quedó completamente desconcertado. Tambaleándose se acercó a un banco de piedra que había en una esquina de lo que parecía ser la plaza central de aquel pueblo y se sentó, agachó la cabeza y se mesó los cabellos tratando de encontrar una respuesta a todo aquello.
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