lunes, 29 de marzo de 2010

El círculo de setas (y VII)

Llevaban ya varias horas caminando por el bosque tratando de encontrar el círculo de setas que él había cortado. Cuando la desesperanza comenzaba a hacer acto de presencia por fin creyó reconocer un viejo tronco junto al que había pasado cuando llegó y, en efecto, poco más allá pudo ver un círculo de setas. Pero algo había cambiado. Allí se veían los muñones cercenados por su navaja y junto a cada tronco seccionado había crecido una o dos pequeñas setas. “¡Este es!”, gritó emocionado. Miró fijamente a la joven, como queriendo expresar que su obligación era regresar al mundo de donde había venido o al menos intentarlo, aunque aquél círculo ya no era igual y no estaba muy seguro de qué podría suceder a partir de aquél momento. Miró a la joven de nuevo, quizás por última vez, y apretó con ternura y agradecimiento su mano. Después, se introdujo de nuevo en el círculo deseando que algo mágico pasara, cerró los ojos y deseó volver a su mundo, cuando los abrió la joven ya había desparecido, pero ¿dónde estaría? y lo más importante ¿cuándo estaría? 

PD.- La vida es un libro que ya ha sido escrito en su totalidad con la forma de un laberinto de infinitas y continuas alternativas. El tiempo no existe. Somos nosotros, en este plano de consciencia, los que en un acto de voluntad decidimos con la mirada seguir una trayectoria determinada, eligiendo a cada instante entre las alternativas que se nos ofrecen, las cuales van configurando una determinada historia. Pero ese camino elegido, y todos los demás, ya los hemos vivido al igual que este. Algún día, cuando la muerte nos traiga la vida, lo comprenderemos.


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