Otra de las virtudes ignoradas pero más entrañables que
existen es la de “Ser inmaduro”. Si nos fijamos, en vez de ser tratada como una
virtud la gente se refiere a ella en plano despectivo: “¡A ver si maduras de
una vez!” “¡Qué inmaduro eres!”. Y yo me pregunto: ¿Es que ser maduro es una
virtud y ser inmaduro no lo es? Todo lo contrario.
Cuando un árbol nace su tronco es flexible, suave, de
colores brillantes y atractivos; pero ¿qué pasa cuando se hace maduro?: se
vuelve rígido, áspero, de colores apagados. Como podemos comprender fácilmente
es mucho más atractiva la primera situación.
Y en el ser humano sucede igual: los niños pequeños son
espontáneos, inocentes, inspiradores de ternura... mientras que los adultos, los
maduros no lo son tanto... no hay más que fijarse en cualquiera de los
políticos que mangonean España y los demás países.
Pero aún hay más: Jesucristo dijo que para entrar al reino
de los cielos hay que ser como un niño y afirmó aquello tan conocido de “dejad
que los niños se acerquen a mí”. Pues ya lo sabes, una de las mejores virtudes
que puede adornar al ser humano es la de ser inmaduro, eternamente inmaduro.
No hay que tomarse la vida tan en serio, y el deporte tampoco:
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2 comentarios:
Tienes razón, la persona, a lo largo de la vida está madurando, luego es un inmaduro. Hay personas que ya no pueden madurar más porque han llegado al límite de su capacidad, entonces se encuentran a un paso de "podrido" y están a punto de caer del arbol.las
Tienes razón, es mejor ser un inmaduro que estar podrío.
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