sábado, 13 de abril de 2013

Ni pijama ni calzoncillos


Los hombres de la Grecia clásica, hace unos 2.600 años, no usaban pijama para dormir, sino que solían dormir con la misma ropa (túnica) que usaban para vestir, y tampoco usaban ropa interior, por eso si a alguno se le ocurría dar volteretas, pues se le verían las pelotillas, lo cual era de muy mala educación. Su vestimenta era la túnica y sobre ella podían ponerse para protegerse una clámida (manto de tejido tosco y tieso que se sujetaba a un hombro y era frecuente entre los soldados y caballeros).

Los baños públicos era el lugar de encuentro más apreciado, tal como ahora lo son los bares y restaurantes, y había que acudir a ellos no solo para estar limpios y frescos sino sobre todo para fomentar las relaciones sociales. Otro lugar típico de encuentro de los hombres eran las peluquerías, que ya en esta época empezaron a usarse más. Hasta entonces, los griegos solían dejarse barba pero poco a poco se fue imponiendo la moda de afeitarse; así, por ejemplo, la navaja de afeitar que hasta entonces se había considerado un instrumento típicamente femenino (para depilarse ellas) pasó a utilizarse también para afeitar a los hombres. Por lo que se refiere a los niños, solían llevar el pelo largo hasta que entraban en la edad adulta en torno a los 16 o 18 años. Las mujeres, por el contrario, llevaban el pelo largo salvo cuando en señal de duelo se lo cortaban.

Estas y otras cosas de la vida cotidiana en la Grecia clásica de hace 2.600 años se cuentan en la novela de amor, aventura, amistad y honor "Deuda de vida".

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