En unas declaraciones de Bárcenas publicadas ayer, decía:
“Con los donantes no nos comprometíamos a nada, tenían el placer de
conocernos”.
Inmediatamente pensé “¡qué caradura! ¿de modo que un
empresario les hace una donación de decenas o cientos de miles de euros y no le
dan nada a cambio?”.
Y de repente me di cuenta que posiblemente Bárcenas no
mentía al decir eso... por la sencilla razón que yo he sido testigo presencial
de cómo presidentes de grandes compañías daban decenas de miles de euros a
cambio tan sólo de sentarse a cenar con un ministro.
Este es el caso: cada año una editorial celebra una cena de
gala a la que asisten 300 invitados (gente del sector) y se entregan unos
premios, y a la que asiste también el ministro correspondiente. La organización
de ese evento cuesta más de 100.000 euros (y me quedo corto) pero ¿lo paga la
editorial? Nooooo, lo pagan tres o cuatro presidentes de compañías (con el
dinero de la compañía, no con el suyo, naturalmente). ¿Y qué obtienen a cambio?
Pues sólo el “placer” de sentarse a cenar en la misma mesa que el ministro, y
que el logotipo de su empresa aparezca como patrocinador en las invitaciones de
la velada y en algún agradecimiento a la hora de entregar los premios o
publicar en el medio de comunicación de dicha editorial un reportaje de dicha
cena. Tiene razón Bárcenas: lo único que consiguen esos que sueltan tan
generosamente el dinero de su empresa es el dudoso placer de cenar al lado de
un ministro, porque después –a la vista de cómo el Gobierno trata a esas
empresas- queda bien claro que de nada les ha servido pagar ese acto, salvo
para agrandar su ego personal y presumir de que “han cenado con un ministro”.
Y aquí no hay partido político que valga. Este evento anual
que cito se viene repitiendo desde hace muchos años, con gobiernos socialistas
y gobiernos del PP y los “paganinis” han seguido soltando la pasta sin más
éxito que el “placer” de haberlos saludado.
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