sábado, 20 de abril de 2013

Añoranza de Gil


El panorama patrio cada vez está más lleno de sinvergüenzas, sean políticos, banqueros, miembros de la realeza, artistas, empresarios... Las páginas de los diarios y los informativos televisivos y radiofónicos no dan abasto para informar sobre tanto chorizo como hay en España. Se dice, con razón, que España es uno de los países más ricos del mundo, ya que es capaz de saciar a tanto chorizo como merodea por nuestros alrededores. Y mientras tanto, los ciudadanos miramos con cara  de tontos cuanto se dice en los medios de comunicación. Nos roban y ¿qué nos dan cambio? Nada.

Por eso añoro a Jesús Gil. Cuando él estaba entre nosotros la cosa era distinta porque él ponía siempre ese tono simpático, campechano, divertido, familiar... “¡Qué cosas tiene!” decíamos y sonreíamos ante sus desvaríos. Jesús Gil no fue ningún político ejemplar, ni ningún empresario ejemplar, pero por lo menos nos hacía sonreír. Estos de ahora, sin embargo... maldita la gracia que tienen. Ninguna.

Pero no quisiera terminar sin justificar el por qué de las actuaciones de Jesús Gil. Su problema fue que no supo distinguir de dónde y para qué cogía el dinero; consideró que allí donde estuviese él podía hacer y deshacer a su antojo... y en consecuencia mezcló todo. Con el dinero del Atlético de Madrid pagaba arreglos particulares en su finca, con su dinero particular fichaba jugadores para el Atleti, con el dinero de Marbella patrocinaba al Atleti, con el dinero de su empresa inmobiliaria pagaba gastos del Ayuntamiento de Marbella, con el dinero del Ayuntamiento contrataba nuevos entrenadores para el Atleti, con las comisiones por las dádivas a constructores (ya no se sabe si se las daban a él o al Ayuntamiento) mejoraba las infraestructuras de Marbella... Como se ve, consideraba que todo el dinero era suyo y le daba igual de qué bolsillo saliese... pero, ¡qué diantres, tenía gracia!

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