Ahora que llevo una temporada pasando más tiempo en la
cocina me he dado cuenta de todo el absurdo que hay en esta habitación. Veamos
unos ejemplos:
- ¿Por qué a los tenedores, cuchillos y cucharas se les llama “cubiertos” aunque estén encima de la mesa sin nada que les cubra?
- ¿Por qué se le llama “cuchillo” si no chilla?
- ¿Por qué se le llama “tenedor” si no tiene nada?
- ¿Por qué se le llama “vino” si eres tú el que ha ido a comprarlo?
- ¿Por qué se le llama “tomate” si no tiene nada que ver con el té?
- ¿Por qué se pide “sal” cuando en realidad lo que quieres es que te la acerquen?
- ¿Por qué nadie oye la “llama” del gas?
- ¿Por qué se dice “escoba” si no hace la pelota a nadie?
- ¿Por qué se le llama “paleta” si desconocemos su nivel cultural?
- ¿Por qué hay “comino” en las cocinas si a nadie le importa?
- ¿Por qué se le llama “tomillo” si no se parece a un libro ni gordo ni pequeño?
4 comentarios:
¡Vaya, nunca me había hecho esas preguntas en la cocina, interesante!
la verdad es que se te ha cocido el cerebro de estar tanto en la cocina...
A la cocina no se va a filosofar, allí se va a cocinar, como su nombre indica, y si mientras cocinas, te pones una tabla con unos taquitos de jamón y queso y unos vasitos de vino, mientras vigilas el fuego, porque si no lo vigilas corre y quema todo, pues verás que bien sabe todo, y si no, que te quiten lo bailado.
Está visto que la cocina no es el lugar adecuado para filósofos y poetas, pero cuando no hay más remedio, seguro que ponen mucho interés en ello y profundizan una barbaridad, véase la muestra. Nunca se me había ocurrido a mí escudriñar el doble sentido de dichas palabras.
MC
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