domingo, 18 de marzo de 2012

Chisss...te!


Nunca he sido un buen contador de chistes. Debía tener tan sólo unos tres años o así cuando conté en público mi primer chiste. Mis hermanos me animaban a hacerlo, sobre todo cuando llegaba alguna visita a casa. Entones, ante los invitados allí reunidos y expectantes, sentados en primera fila, llegaba yo para mi gran actuación. “¡Venga, cuéntales un chiste!”, me decían. Me situaba en el escenario. Miraba con solemnidad a la audiencia y decía con además de reclamar su silencio: “”Chiiiissss... te!”.

Tras eso sólo se oía algún murmullo de compromiso en la audiencia y allá detrás, las carcajadas de mis hermanos. ¿La razón? Muy sencilla, mi “Chiiiisss...” iba acompañado de una fina pulverización de babas que llegaba hasta los espectadores.

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