Rubalcaba ya tiene el camino libre para ser jefe de la oposición en las próximas elecciones generales. O bien son muchas las presiones que ha recibido Chacón para no competir con él en unas primarias, o bien se lo ha pensado mejor y ha preferido que su imagen no pierda valor y en un futuro próximo pueda aspirar a liderar el partido u ostentar otro cargo importante dentro del mismo. Por otra parte, Zapatero también ha conseguido sus objetivos y no se celebrará un congreso extraordinario, con lo cual no habrá posibilidad de que lo revelen de su cargo como secretario general del partido.
De esta forma, todo seguirá igual, es decir, cuesta abajo, hasta el próximo mes de marzo cuando se celebren las elecciones generales. Para entonces, el legado de Zapatero y sus compinches será mayor aún: una España arruinada, más de cinco millones de parados (cada día que pasa aumenta la cifra), y los terroristas instalados en el gobierno de muchos ciudades y pueblos del País Vasco (gracias a que los jueces –o lo que sean- nombrados a dedo por Zapatero para estar en el Tribunal Constitucional, les dieron vía libre. Este es el legado que deja Zapatero a todos los españoles, y a los socialistas además, de propina, un partido hundido y con serias discrepancias internas.
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