Un día, hace ya muchos, años escribí unas líneas que titulé “¡Niña, qué atrás se ha quedado el tiempo!”.
De vez en cuando vuelvo a leerlas y, a pesar del tiempo transcurrido y de todas
las veces que las he leído, siempre me embriagan de emoción. Por eso quiero
compartirlas de nuevo con vosotros:
¡Niña, qué atrás se ha
quedado el tiempo!
Niña ¡qué atrás se ha
quedado el tiempo! ¿Recuerdas? No, ya no recuerdas nada. Los días vacíos han
borrado tus entrañas. Un chalet en las afueras, un suelo verde con baldosas
blancas, unos árboles pequeños, una piscina dormida. Es la tarde, y al más leve
movimiento, surge el sudor. El aire adormece.
- ¿Te gusta? – te
pregunto.
- ...Sí... – respondes
tímida y sonríes.
Allí sentados, fuera
del tiempo, te enseñaba poesía.
- ¿Qué es? –
preguntaste.
- Es sentir, es la
vida.
- No lo comprendo del
todo; esto no tiene metro ni rima.
- ¿La tiene la vida
acaso? No, ¿verdad? Por eso mi verso es como la vida: libre, sin reglas,
siguiendo un ritmo, escrito al impulso de mis venas. ¿Lo ves ahora un poco
mejor?
- Un poco.
- Esto es más que un
papel con signos. Es profundo y hondo, con un relieve palpable al ultrasentido.
Tócalo.
Así tu mano, por
primera vez, rozó con temor e intriga esos signos. Te estremeciste un poco.
- Esto vibra – dijiste
trémula.
- Es que quiere sentir
tus dedos y decirte muchas cosas.
Y tu mano siguió el
camino y, a veces, rozó la mía.
- Ha despertado tu
ultrasentido –te dije.
Entusiasmada, como
estabas, no detuviste tu camino. Me alegraba verte así, dominados tus
instintos. Estabas abierta, tus músculos habían sido dormidos por tu mente.
Quizás en aquellos instantes no funcionaba el reloj. El “¡Párate, oh, Sol!” de
antaño lo habíamos logrado sin saberlo.
- Es maravilloso
sentir algo que no vemos. Palpar ideas y sentirlas en toda su plenitud. Has
logrado algo grande –me dijiste.
- Me alegran tus
palabras, pero aún más el que las sientas. Todo ha de ser así, como tú has
dicho: Palpar los sentimientos. ¿Comprendes ahora el por qué de estos versos?
¿Comprendes ahora su balanceo?
- Sí, lo siento – me
respondiste.
La tarde, con su lenta
monotonía, fue desgranándose y difuminando de rojo el cielo. Una voz te llamó y
te perdiste. ¿No recuerdas aquella tarde? ¿Por qué no vuelves? ¿Acaso volvió a
dormirse, ausente de mis manos, el ultrasentido que en una tarde perdida hice
renacer? ¿Dónde se ha dormido tu esperanza? ¿Dónde se olvidaron tus recuerdos?
Niña, ¡qué atrás se ha
quedado el tiempo!
PD.- En la imagen, “Villa
Fantasía”, el lugar que dio inspiración a estas líneas.
El libro “Villa Fantasía” está incluido en:
“Los primeros pasos de un escritor”: https://amzn.to/2OCXtzc
No hay comentarios:
Publicar un comentario