Tan inefable como nuestra existencia se mostró la iluminación
de este árbol de Navidad; no estaba coronado por luces ni por estrellas sino
por la propia luna que extendió sobre el ambiente su luz difuminada a través de
la neblina. No sabemos qué nos deparará el 2013 pero en él dejaremos nosotros
aquello que seamos capaces de hacer...
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