Dice Ferrer Clemente, presidente del Instituto Europeo de Marketing, que “es necesario ofrecer una mejor publicidad que, junto a la imagen de solidez, seguridad y seriedad, se transmita una imaginación y una mejor creatividad, pero que no manipule al consumidor con campañas poco éticas” y añade muy certeramente una realidad: “la falta de originalidad de los creativos, que ante la escasez de ideas, se lanzan por la vía fácil de la degradación del ser humano”.
Como consecuencia podemos ver anuncios como ese cartel de un taller de coches que a 30 metros de distancia se podía leer “SEXO GRATIS” y luego cuando te acercabas podías leer el resto del texto que, en letra más pequeña completaba la frase de esta forma: “Cualquiera que sea tu SEXO te ofrecemos cambiar GRATIS el aceite cuando cambies los neumáticos de tu coche”.
La publicidad engañosa es aquella que induce a error a los destinatarios y puede alterar su comportamiento económico. Según se describe, es aquella que “silencie datos esenciales de los bienes o productos en cuestión y que por tanto tal situación induzca a errores por parte de los destinatarios de la publicidad”. La posible estafa piramidal de Nueva Rumasa podría ser un ejemplo de esto.
Otros ejemplos se ven a diario en los anuncios de alimentación, en que más que alimentos parece que nos están anunciando “medicamentos”. Ya no hace falta ir a la farmacia o al médico, sino sólo al supermercado para controlar el colesterol, la tensión, el tránsito intestinal…
Necesitamos urgentemente “buscar la dimensión moral de la publicidad”.
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