Ayer a las 16:50 h., cuando cruzaba la calle frente al edificio de Las Cortes, por el paso de cebra correspondiente, vi cómo José Bono cruzaba esa misma calle de forma incorrecta. “Caray –pensé- podía haber dado diez pasos más, porque el paso cebra lo tenía aquí mismo” y sin embargo tanto él como los escoltas que le acompañaban cruzaron por un lugar no señalizado, incumpliendo así una clara norma de tráfico.
Quizás muchos lectores piensen que estoy sacando punta a un hecho insignificante, y es verdad que sólo hay que mirar a cualquier calle, a cualquier hora del día, para ver cómo los peatones cruzan por donde les da la gana. Tienen razón los lectores, y de hecho no tenía intención de relatar esta anécdota en mi blog.
Sin embargo por la noche leí en el periódico que José Bono había llegado tarde el día anterior a un acto en la Escuela de Cuchillería de Albacete y justificó su retraso diciendo que había sido porque había respetado las normas de tráfico. Es decir, un peatón que se salta las normas de tráfico va dando lecciones de que hay que cumplir esas mismas normas.
Para más inri –y según lo publicado por La Razón- el retraso fue de una hora. ¿Una hora de retraso en un trayecto Madrid-Albacete a causa de una reducción en la velocidad máxima permitida de sólo 10 km/hora? No me cuadra. ¿Es que quizás estaba acostumbrado a ir a 180 km/h y esta vez sí cumplió las normas de tráfico y por eso se retrasó una hora? ¿Es que la reducción de 120 a 110 km/h paraliza de tal manera las carretas que el viaje Madrid-Alabecete aumenta en una hora? ¿Es que el retraso se debió a otras causas y buscó esta excusa? ¿O acaso lo dijo en plan de broma y el reportero no captó el chiste? En cualquier caso, lo que está claro es que nadie puede dar lecciones de urbanidad.
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