A través del e-mail te pueden llegar los más insospechados mensajes: desde alguien que quiere compartir contigo una herencia fabulosa, hasta otro que pide dinero para poder operar a una niña enferma (inexistente, por supuesto) o de alguna compañía que a cambio de que reenvíes su mensaje te va a regalar –por tu cara bonita- un ordenador de última generación.
Sin embargo también llegan algunos mensajes que merece la pena compartir, como este que os adjunto y que refleja lo que le contó a un periodista el entrevistado:
“Soy hijo de exiliados. Mi madre estuvo muchos años en silla de ruedas y mi padre no pudo volver a España por culpa de Franco. Aunque ya tengo edad para estar jubilado y mi salud se resiente (me han quitado un trozo de pulmón), tengo que seguir en mi puesto de trabajo para mantener a una familia que cada vez crece más. Mi mujer es inmigrante. Tengo tres hijos, pero de los tres sólo la de en medio trabaja. Todos, incluidos los nietos, viven a mi costa. La mayor se ha divorciado y se ha quedado con dos niños. Mi hijo pequeño se ha casado con una divorciada y ella, que tenía antes un buen trabajo lo ha tenido que dejar al casarse con mi hijo. Y para colmo este año, con lo de la crisis, casi ni nos hemos podido ir de vacaciones y si me apuras... ni siquiera he podido celebrar que España ha ganado el Mundial con todo lo que me gusta el fútbol”
El periodista, que seguía atónito lo que le estaba contando el entrevistado, sólo pudo decir: “Pero, Majestad, no creo que su situación sea tan mala”.
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