viernes, 9 de enero de 2009

Sabemos mucho menos de lo que creemos

Dicen que algo falso repetido muchas veces acaba tomándose como algo cierto. Y nuestra vida cotidiana está repleta de casos así, cosas que damos por verdaderas por el simple hecho de haberlas oido muchas veces.

Ahora, dos escritores norteamericanos, John Lloyd y John Mitchinson, han escrito un libro desmitificador: “El pequeño gran libro de la ignorancia” (Ed. Paidos).

A título de ejemplo, he aquí algunas de sus revelaciones:

Los camaleones no cambian de color para mimetizarse, sino por cambios emocionales.
Por un error en la copia más antigua del Apocalipsis, se asignó a la Bestia el número 666, cuando debería ser el 616.
El champán y la guillotina no son franceses, sino ingleses.
Los campos de concentración no son un invento alemán, sino español (en la guerra de Cuba).
Enrique VIII, entre anulaciones y defectos de forma, no tuvo seis esposas, sino dos (según los anglicanos) o cuatro (según los católicos).
Nelson no tenía ningún parche en el ojo ni murió como un héroe.
La maldición de Tutankhamon no está escrita en ningún sitio, sino que se la inventó el corresponsal del Daily Express.
Cruzar un campo de asteroides no entraña prácticamente ningún peligro, ya que entre una roca y otra puede haber hasta varios millones de kilómetros de distancia.
El ser humano no tiene cinco sentidos, sino nueve. De los que siempre nos olvidamos son: la conciencia corporal, el dolor, el equilibrio y el calor.

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