domingo, 25 de enero de 2009

La única forma de mantener la sanidad gratuita

Cualquier político sabe que hacer pagar a los pacientes por la sanidad o rebajar las prestaciones sanitarias les quitaría un montón de votos (ya que la oposición se ensañaría con este punto para ganarlos ellos, precisamente). Por este motivo, ningún político se lo plantea más allá de los globos sonda que lanzan de vez en cuando y que –ante la reacción ante tal “posibilidad”- recogen velas de inmediato.

También es cierto que el abuso en la utilización de estos servicios por parte de los pacientes, el enorme coste de las tecnologías y avances médicos y quirúrgicos, la realización de todo tipo de pruebas previas para evitar una posible demanda por parte de los pacientes si algo sale mal o no se detecta bien o a tiempo, y el sueldo de los profesionales sanitarios cualificados, hacen que los costes de la Sanidad estén cada vez más lejos de poder sostenerse.

En consecuencia, los políticos han decidido “quitarle el chocolate al loro” para ahorrar; es decir: prescindir de médicos españoles bien cualificados (adelantando jubilaciones, ofreciendo sueldos y condiciones inaceptables en un país desarrollado, etc.) para sustituirlos por: médicos de países extracomunitarios (que sí aceptan los sueldos bajos y condiciones “explotadoras” que les ofrecen), intentar introducir decretos (en eso están) para que otros colectivos con sueldos más bajos puedan recetar (como los profesionales de enfermería o los farmacéuticos o incluso los ópticos), retrasar y limitar la introducción de nuevos medicamentos por su mayor precio y cuando ya es inevitable, ponerles los precios más bajos de Europa, potenciar la prescripción de genéricos obligando incluso a que se dispensen estos aunque el medicamento original haya bajado e igualado el precio con el genérico, etc.

Es evidente que quien sale perjudicado de todo esto es el paciente a quien “diagnosticarán sus enfermedades unos profesionales que han tenido un periodo de formación de 4 ó 6 años en vez de 10 ó 12 años, o profesionales que vienen de unos países donde ni la duración de los estudios ni la calidad de los mismos es equiparable a la de España.

Estamos, pues, en los comienzos de una era en la que habrá en la Sanidad pública pacientes de primera (aquellos que tengan la suerte de ser atendidos por médicos formados en España) y pacientes de segunda (aquellos que sean atendidos por el farmacéutico, el enfermero o por el médico que ha cursado unos estudios muy inferiores a los que se exigen en España).

De cualquier forma, algún atisbo de esperanza aún queda cuando vemos que aunque tarde –el Tribunal de Justicia ha tardado 10 años en resolver este caso- la Justicia anula decretos o convenios (como el firmado hace una década por la Consejería de Salud de Andalucía- que permitía a los ópticos determinar si un paciente tenía que ir al oftalmólogo o eran ellos mismos quienes decidían si había que remitir ese paciente al oftalmólogo o se las apañaban ellos mismos determinando cuál era el problema de visión que padecía ese paciente y a continuación les vendían el producto (gafas) correspondiente (y así todo el negocio quedaba en casa).

Es curioso que, con relación a las pretensiones de recetar medicamentos que tienen otros colectivos profesionales (sin los mismos estudios para el diagnóstico que sí se exigen a los médicos), que algunos periodistas (siguiendo la línea editorial de su medio) utilicen esto sólo como un arma arrojadiza permanente y obsesiva contra las instituciones médicas a las que están enfrentadas porque estas no se dejan manejar y mantienen su independencia política y económica, y se olvidan que el principal perjudicado de todo esto son los pacientes, somos todos, incluidos ellos. Si alguna vez tengo que ir a que me diagnostiquen una enfermedad, sólo aceptaré que lo haga un médico formado en España o en un país equivalente de la UE (y si no me lo concede la Seguridad Social, me iré a mi compañía privada), pero estoy seguro que esos periodistas que tanto critican, harían lo mismo en ese caso, en vez de aceptar que un farmacéutico, enfermero u óptico les hiciese el diagnóstico y les pusiese el tratamiento.


Artículo realizado para Medical Practice Group (MPG) www.mpg.es

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Gracias por la explicación tan detallada. Por supuesto que yo tambien quiero ser "una paciente de primera" y que me atiendan médicos españoles.

Anónimo dijo...

Se me olvidó firmar el comentario anterior. Soy la paciente de primera.
Mari Carmen