martes, 6 de enero de 2009

Dr. Gaspar Fisac Orovio (1859 - 1937)

Con motivo del 150 aniversario de su nacimiento, dedico hoy mi blog al abuelo que nunca conocí, aun compartiendo con él más cosas de las que nunca imaginé. Reproduzco para ello las palabras de Antón de Villarreal quien sí tuvo ocasión de conocerlo. En cualquier caso, su biografía completa está disponible tanto en edición digital como en edición impresa: http://www.bubok.es/libros/244091/Una-lagrima-es-un-beso

“Aún me parece verlo, menudo, magro, enjuto, ligero, nervioso, cuando llegaba a la redacción con sus cuartillas, siempre manuscritas, que extraía del bolsillo repleto de notas, apuntes y sobres doblados. Don Gaspar saludaba con cierta timidez, como no queriendo interrumpir la atención de nuestro trabajo cotidiano y apresurado. Eran muchos años de distancia, porque él había sobrepasado ya la curva peligrosa del septuagenario, mientras nosotros apenas habíamos salido de la adolescencia. Pero la visita de don Gaspar Fisac era siempre gratamente recibida en la redacción del diario provinciano.

Se sentaba entonces don Gaspar y la charla fluía espontánea y directa: a él como a todos los entrados en la senectud, le gustaba recordar, que es volver a vivir. Y a nosotros nos placía escuchar a aquél hombre sencillo y modesto, que adoctrinaba sin alardes y con el solo fluir de su amenísima conversación.

Nos hablaba entonces de sus estudios de Medicina en la Universidad de Madrid, allá por el 1880, cuando concluía su licenciatura, superada luego por el doctorado en 1882, y de su primer destino como Director de Sanidad marítima en la Alcudia balear, donde aquél médico joven lidiaría sus primeras armas contra la enfermedad y la muerte durante tres años de incipientes experiencias y prematuros éxitos.

Volvió don Gaspar a su Daimiel, donde viera la luz el día de Reyes de 1859, como médico titular y forense. Era en septiembre de 1884 y en su pueblo ejercería durante casi cuarenta años. Nunca pudo limitarse aquél hombre de inquieto temperamento, ávido siempre de nuevos estudios, al cotidiano y monótono servicio. El “médico de pueblo” era algo así como tutor y protector de sus enfermos: la ciencia, sin duda, en primerísimo lugar; pero después, y a no mucha distancia, el trato afable, casi paternal, el cariño, la simpatía y el agrado, remedios muchas veces más positivos en la especial psicología del paciente. Don Gaspar Fisac fue pródigo en estos procedimientos curativos. Y en las horas libres de una actividad que no encontraba reposo, la investigación docta sobre epidemias y enfermedades que por entonces asediaban a la doliente humanidad: el cólera, el sarampión, la viruela, la tuberculosis...

En uno de los varios “años del cólera”, el 1885, don Gaspar Fisac asistió como Delegado de la Diputación de Ciudad Real a la asamblea celebrada en Valencia. En 1905 obtuvo el premio de la Real Academia de Medicina por sus estudios sobre “Origen, evolución y remedios de epidemia de sarampión”. Y luego, representante provincial en Congresos sobre tuberculosis celebrados en París, Lisboa, Madrid, Barcelona y Zaragoza, entre los años 1906 a 1912, en todos los cuales el Dr. Fisac dejó constancia de la profundidad de sus conocimientos.

Con motivo de su éxito en el Congreso de París, donde presentó un meritísimo trabajo sobre “Inmunidad de los caleros y yeseros para la tuberculosis pulmonar”, sus paisanos daimieleños le homenajearon con placa y banquete el 17 de octubre de 1905. El diario “La Tribuna” nos da cuenta detallada de los comensales, adhesiones y discursos. Como nota curiosa, un cartel con letras enormes reproducía el dístico previsor contra la “peste blanca”, la casa insalubre y el pulmón enfermo: “Mucha carne, poco alcohol y en la viviendo aire y sol”.

Ya en la capital de la provincia desde 1921, don Gaspar atendía primeramente a sus obligaciones en el Hospital. Y luego, como evasión y recuerdo, gustaba de la música, de la poesía, del periodismo... Por entonces fue cuando nosotros le conocimos y le tratamos.

Debieron ser muy amargos sus últimos días: España se debatía entonces en los horrores de la guerra y Ciudad Real sufría las desventuras de una situación tan violenta como trágica. El 8 de septiembre de 1937, casi octogenario, moría don Gaspar Fisac, médico modelo, católico ferviente y poeta más que estimable. Su memoria, en la hora triste de las remembranzas, aún permanece entre nosotros”.

Antón de Villarreal

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