Si
contemplamos el cielo estrellado en una noche clara quedaremos deslumbrados por
el espectacular juego de luces que nos ofrece el firmamento al mostrarnos el
brazo de la galaxia en que nos encontramos. Pero para disfrutar de este
espectáculo hay que salir de la ciudad, donde la contaminación lumínica no nos
deja ver nada o casi nada del firmamento. Hay que desplazarse lejos de todo
núcleo urbano para que sólo sean las luces del cielo, y no las luces de los
hombres, quienes nos iluminen.
Contemplando
así el universo te das cuenta que todo está hecho de luz y vibración. Todo está
hecho de luz, incluso las piedras. Todo está vivo. Todo está hecho de la Luz de
Dios.
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