De
lo que voy a hablar en los próximos post sólo las primeras líneas te las debes
creer porque son hechos ciertos, demostrados; pero lo que seguirá después no
tienes por qué creerlo… en cualquier caso nunca está demás conocer otras
historias (sean reales o inventadas) y reflexionar sobre ellas para formar
nuestra propia opinión más allá de lo que digan unos y otros. Hagamos el
ejercicio de pensar por nosotros mismos, algo que ya se sabe no gusta a los
poderosos que rigen el mundo.
Comencemos
por lo que son hechos ciertos…
Mellen-Thomas
Benedict nació el 2-Mar-1949 y murió el 31 de marzo de 2017. Era un artista que
se dedicaba como trabajador autónomo al arte de las vidrieras de colores. Su
desencanto con el mundo actual (guerras, desigualdades, enfermedad, miseria,
injusticias, contaminación, etc.) le llevó a una espiral de pesimismo que se
agravó aún más cuando enfermó de cáncer y más aún cuando –al no tener seguro
médico- todos sus ahorros se esfumaron. Acabó así siendo atendido en un
hospicio en donde falleció en 1982. Decimos falleció porque quienes le atendían
lo declararon clínicamente muerto después de haber intentado todas las
maniobras de resucitación. Sin embargo
él había pedido que llegado este punto, no hicieran nada con su cuerpo hasta
pasadas seis horas, ya que según había leído es en ese tiempo cuando se pueden
tener ciertas sensaciones como las que han narrado los cientos de miles de
personas que han regresado a la vida después de darlos por clínicamente
muertes. Así lo hicieron y para sorpresa de cuantos le cuidaban en el hospicio,
volvió a la vida. Pero no sólo eso, sino que volvió con renovada energía, tanta
que al cabo de unos meses su cáncer había desaparecido. Y como hemos apuntado
al principio, no se produjo su muerte “definitiva” hasta 35 años después.
Cuando regresó a la vida tras aquél incidente del año 1982 explicó con todo
lujo de detalles qué es lo que encontró y qué vivencias pasó en aquél tiempo en
que aquí le dieron por muerto.
Bien,
hasta aquí te lo puedes creer todo porque está perfectamente documentado; sin
embargo ahora pasaremos a contar algunas de las cosas que contó sobre todo lo
que se encontró “al otro lado”. Mi consejo es que no te lo creas a pies
juntillas pero que tampoco lo rechaces de plano diciendo que “son tonterías”.
Sea o no cierto, hayan sido o no fabulaciones o alucinaciones, su experiencia contiene
un material valioso sobre el que deberíamos reflexionar y formar nuestra propia
opinión sin hacer caso ni a los crédulos ni a los escépticos. El simple hecho
de pensar sobre una experiencia de este tipo ya es de por sí suficientemente
enriquecedor para nosotros como para desperdiciar esta oportunidad.
Reflexionemos,
pues, sobre lo que nos contó Mellen-Thomas Benedict…
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