Nunca he frecuentado los bajos fondos, pero en una ocasión
sí que conocí a un ladrón profesional y hasta salí un par de veces a tomar
cañas. Su especialidad era desvalijar cabinas telefónicas y por si no me lo
creía un día tuve la ocasión de comprobar que era verdad. Fui a casa de un
amigo y me dijo, mira lo que tengo debajo de la cama. Y lo que sacó fue una
bolsa de deporte llena de monedas de peseta. No sé cuántas habría pero desde
luego muchas, como mucho era lo que pesaba aquella bolsa.
Me explicó que ese conocido ladrón de cabinas le había
pedido que le guardase unos días el botín, y mi amigo había accedido aun con
riesgo de que sus padres descubriesen lo que había en esa bolsa de deportes y
le echasen una bronca monumental. Afortunadamente pudo devolver el botín a su
propietario y ya no lo vimos nunca más.
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