Ella era de sus libros, de sus sueños,
sus historias.
Como zombi en los archivos se sentía
atraída por las letras, los autores,
las promesas de unos mundos construidos
más allá de estas fronteras.
Su castillo era una sala inmensa
al final de aquél pasillo
en la antigua biblioteca.
Los ladrillos eran libros,
los cajones las almenas,
y al subir a la escalera
mostraba su desafío y el deseo
de afrontar nuevas empresas.
Su mundo estaba en los libros
y sin saberlo aquél día
alguien tomó su nombre
y la llevó consigo
al reino de los poetas.
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