“Hay
mucho más azul que nubes negras, es más la luz que la oscuridad” canta Raphael
en una de sus canciones más conocidas. Y esa es la realidad que algunas
personas que han experimentado la muerte clínica y después han regresado, nos
han contado. Esas personas han visto cómo la Tierra es una diminuta mota de
polvo azul perdida en el universo. Cierto que en ese universo, todo paz y
armonía, flotan dispersas algunas partículas de mal, pero la suma total de ellas
es como un simple grano de arena en una playa kilométrica, porque lo que
impregna el universo es el amor.
Y
entonces ¿por qué existe el mal y porqué predomina el mal en la Tierra? Quienes
lo han visto desde el otro lado, nos cuentan que esto es así porque es
necesario para nuestro camino de evolución hacia lo espiritual. Y por eso se
nos ha concedido el libre albedrío, para que podamos guiarnos a nosotros mismos
por el camino que queramos y al hacerlo vayamos aprendiendo a través de lo que
cualquier científico hace en un laboratorio: prueba y error. Y así, a base de
prueba y error, vamos aprendiendo, aunque muchos seamos duros de mollera y nos
toque repetir curso más de una vez. Pero al final saldremos adelante y lo
habremos hecho por nosotros mismos y habremos acabado la carrera y obtenido la
licenciatura. Porque ese es nuestro objetivo en este plano de existencia:
Obtener la licenciatura para el próximo nivel de existencia que nos espera tras
la muerte.
Vicente
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El
libre albedrío es imprescindible para nuestra existencia en este plano
terrenal. Cierto que el libre albedrío conlleva el riesgo de alejarse del
camino correcto, y de hecho nuestro entorno nos invita constantemente a
alejarnos del buen camino, pero nos hace ver que somos nosotros mismos quienes
a base de aciertos y errores vamos labrando nuestro propio camino, a la
velocidad que nosotros mismos marcamos, y en ese camino nos vamos alimentando
de experiencias y nos vamos “limando” en esa lucha constante contra los
obstáculos.
Nada
se desperdicia, todo es aprendizaje; pero de cada uno de nosotros depende sacar
más o menos partido de estas enseñanzas que vamos adquiriendo.
Vicente
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Nosotros,
los seres espirituales que estamos encerrados en estos cuerpos materiales,
estamos evolucionando constantemente –lo queramos o no- y esa evolución es
producto del entorno en que nos movemos.
Nos
han enseñado –erróneamente- que el cerebro es el responsable de nuestros
pensamientos y al hacerlo, nos han hecho perder la capacidad de comprender que
somos algo más grande que unos simples cuerpos físicos.
El
verdadero pensamiento es algo anterior a lo físico y experimentar el
pensamiento más allá del cerebro es como entrar en un mundo de conexiones
instantáneas que convierte los procesos mentales normales (es decir, los que
están limitados por el cerebro físico y la velocidad de la luz) en algo
desesperadamente lento. Nuestro auténtico yo, el más profundo, es totalmente
libre.
Por
eso el pensamiento subliminal siempre está ahí, dispuesto para cuando lo
necesitemos. Y no se trata de un pensamiento lineal, deductivo, sino que se
mueve más rápido que la luz y puede realizar y combinar conexiones instantáneas
a infinitos niveles.
Por
desgracia hemos perdido la capacidad de contactar con esa parte de nuestro yo y
por eso todos deberíamos hacer cuanto esté a nuestro alcance por volver a
ponernos en contacto con esa parte milagrosa de nosotros mismos.
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Cuando
miramos el universo nos damos cuenta que la Tierra es una insignificante mota
de polvo y que nosotros mismos –haya o no más seres humanos en otros planetas
lejanos- somos unos seres insignificantes. Muchas veces he comparado a los
seres humanos como pulgas o piojos que parasitan la Tierra y esta, de vez en
cuando, se sacude (tal como hacen los animales) para librarse de esos diminutos
pero incómodos huéspedes. Tal es nuestra insignificancia y más si comparamos la
edad de la Tierra y el tiempo que nosotros llevamos habitando este planeta.
Llevado a términos de un día, la Tierra tendría 24 horas y los seres humanos
llevamos sobre ella 10 segundos.
Pero
dentro de nuestra insignificancia también somos importantes y también lo es
nuestra presencia en nuestro planeta aporque nos permite crecer hasta lo divino
y ese crecimiento es objeto de estrecha vigilancia por parte de los seres de
los mundos superiores, ya que hay otras vidas y otros mundos que pueblan
universos visibles e invisibles y están íntimamente ligados con el nuestro.
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Esa
absurda y dolorosa creencia de que podemos “apartarnos de Dios” es fuente de
miedo, de dolor, de remordimiento, etc. para muchas personas. Pero quienes han
estado clínicamente muertos y después han vuelto a la vida, han comentado –con
la limitación propia de nuestro vocabulario- que “nada puede separarnos de
Dios” porque en definitiva todo el universo, todo lo que existe es “uno” y por
consiguiente nosotros formamos parte indisoluble de ese “uno”.
Por
eso viene a cuento recordar una frase de Albert Einstein: “El auténtico valor
del ser humano viene determinado principalmente por la medida en que ha logrado
liberarse del yo”. Y es que el “yo”, el egoísmo, es el principal obstáculo para
que podamos ver y comprender que somos parte de Dios.
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Hay
películas que sin ser grandes películas, grandes obras del arte
cinematográfico, te llegan muy dentro por el mensaje que contienen. Este es el
caso de la película “El cielo… próximamente” (“Defending you life”) 1991, dirigida
por Albert Brooks e interpretada por él mismo y por Meryl Streep.
Te
invito a que leas esta peculiar crónica de esta película, porque no te dejará
indiferente y hasta es posible que te haga plantearte cómo has llevado tu vida
hasta ahora…
A
muchos caballos les ponen eso que se llama “anteojeras” para que sólo miren
adelante y no se distraigan con lo que sucede a su alrededor, consiguiendo de
esta forma su obediencia y docilidad. Eso mismo nos pasa a los humanos que
tenemos (nos han puesto) anteojeras que nos impiden ver más allá. Una sociedad dócil,
que no se cuestiona las cosas y simplemente obedece, es más fácil de gobernar.
Desde
un punto de vista científico podemos decir que sólo podemos ver aquello que
nuestro cerebro filtra. El cerebro -sobre todo el hemisferio izquierdo, la parte
lingüística y lógica, que genera nuestro sentido racional y la sensación de un
ego o yo claramente definido- es una barrera que nos impide experimentar y
conocer cosas superiores.
Vicente
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Hay
mucha gente que no cree que haya vida después de la muerte, y no lo creen
sencillamente porque no quieren creerlo, porque les da miedo enfrentarse a
preguntas cuya respuesta no conocen (y su propia ignorancia les aterra) y
prefieren encerrarse en su concha del “yo”, como un caracol, para aislarse de
esa otra realidad que por desconocida les inquieta. Y así, prefieren vivir en
la negación absoluta de lo que desconocen y permanecer encerrados en ese
minúsculo círculo de falsa seguridad que se han creado.
Cuando
les comentas algo de esto a esas personas, todas responden siempre con la misma
frase típica: “Nadie ha vuelto de allí para contarlo”. Y ¿sabes una cosa? Esa frase
es MENTIRA. Sí que ha vuelto mucha gente para contarlo. Miles de personas. De
todas las razas, de todos los países, de todas las religiones, de todas las
creencias y no creencias, de todos los niveles sociales y culturales, de todas
las edades… Y todos han contado lo mismo con parecidas palabras: Al otro lado
de la muerte hay vida y un estado de paz y felicidad infinita. Todo esto está
documentado no sólo con testimonios, sino también con pruebas irrefutables de
todo tipo (desde las médicas hasta las comprobaciones de que era imposible que
esa persona clínicamente muerta hubiera conocido o visto ciertas cosas que
sucedían en otros lugares y que luego comentó y describió con precisión y todos
pudieron comprobar después que era cierto).
Está
documentado que cuando el alma sale del cuerpo puede ver a través de las
paredes y describir luego, cuando vuelve, lo que había y sucedía en
habitaciones contiguas e incluso en otros lugares más lejanos. Pero esto es sólo un ejemplo.
Como
dice el neurocirujano Eben Alexander (“La prueba del cielo”): “El principal
problema con el que se encuentran las personas que han experimentado una ECM
(1) no es tener que habituarse de nuevo a las limitaciones del mundo terrenal,
sino cómo transmitir lo que les hizo sentir el amor que experimentaron allí.
Cuando esas personas vuelven al mundo terrenal, no tienen otra cosa que las
palabras para transmitir unas experiencias y verdades que exceden con mucho la
capacidad de expresión de lo verbal. Es como tratar de escribir una novela con
la mitad del alfabeto”.
(1) Se conoce como ECM a las experiencias
cercanas a la muerte, es decir, de aquellas personas que han estado
clínicamente muertas y después, de forma inexplicable, han vuelto a la vida.
Vicente
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(AZprensa)
Se dice que “la experiencia es un grado” y bien es cierto que la experiencia
nos enseña muchas cosas. Pero además, aquello que se aprende por la propia
experiencia supone una lección que no se olvida. Por eso, la mejor forma de
aprender es a base de experiencia, pero no sólo de la propia sino que también se
puede aprender gracias a la experiencia de los demás… cuando nos la cuentan.
Eso
es lo que sucede con el libro “De la Publicidad al Periodismo”, en donde su
autor nos va guiando por su experiencia en el mundo de la Publicidad, con sus
aciertos y sus errores, desvelando trucos que podemos aplicar en nuestro
ejercicio profesional, detallando cómo podemos ahorrar en nuestro presupuesto
de Publicidad y cómo podemos sacarle el máximo partido al dinero disponible
para este fin.
Es
un recorrido ameno, lleno de anécdotas y ejemplos reales, para que no caigamos
en ciertos errores y para que –si queremos- copiemos las fórmulas que dieron
con la tecla del éxito.
Si
este libro se llama “De la Publicidad al Periodismo” es porque el autor
recorrió ese mismo camino, empezando en el mundo de la Publicidad para
instaurar después eso que se llama “Gabinete de Prensa”, sacando el máximo partido
a esta vía de comunicación que es el Periodismo y enseñándonos que Publicidad y
Periodismo pueden convivir manteniendo cada uno su propio espacio e identidad.
Vicente
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“De
la Publicidad al Periodismo” (ediciones digital e impresa): https://amzn.eu/d/fXJO9j3
He
leído que lo único que se necesita para conseguir algo es conocerlo y poder
pensar en ello, algo así como saber bien qué es lo que queremos y desearlo con
todas nuestras fuerzas; pero no creo que sea exactamente así. Para conseguir
algo es necesario trabajarlo, luchar por conseguirlo; y también desearlo con
todas nuestras fuerzas y convencernos de que podemos conseguirlo. Las nueces no
caen solas del árbol, hay que agitarlo para conseguirlas.
Muchas
veces, cuando deseamos algo nos quedamos en estado pasivo, como diciendo, “a
ver si tengo suerte y viene a mí”. Es como esos que esperan que les toque la
lotería pero no se gastan el dinero en comprar un décimo. O como aquello que
esperan un aumento de sueldo pero no se esfuerzan por conseguir y superar sus
objetivos profesionales.
En
el ámbito del trabajo hay dos posturas, la de aquellos que piensan que deberían
ganar más y como su sueldo es bajo, no se esfuerzan. “Total, para lo que me
pagan, no voy a esforzarme más. Que me suban el sueldo y entonces les
demostraré todo lo que valgo”, es lo que piensan unos. Pero también hay otros
que piensan de distinta forma: “Me pagan menos de lo que merezco, así que voy a
esforzarme todo lo que pueda no sólo para cubrir mis objetivos sino para
superarlos con creces, para que así se den cuenta de todo lo que valgo y no les
quede más remedio que reconocer que merezco ese aumento de sueldo”.
Para
mí, la segunda postura es la válida. Al menos, en este terreno, así la he
aplicado en mi vida profesional y con muy buenos resultados.
Pero
si lo trasladamos al ámbito espiritual, la cosa funciona igual. Si no te
esfuerzas en mejorarte a ti mismo, en ser mejor persona cada día, no vas a
progresar nunca.
Hay
que pensar y desear lo que anhelamos, pero no hay que sentarse esperando que
llegue hasta nosotros, tenemos que salir a luchar para conseguirlo.
Vicente
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Hay
muchos universos y todos ellos forman parte de un todo, de una misma realidad
divina. Ahora nos encontramos en una escala bastante baja, pero con la
posibilidad de perfeccionarnos e ir ascendiendo.
Tiempo
y espacio son conceptos aleatorios que nos hemos inventado para tratar de
comprender lo que nuestra limitada mente es incapaz de comprender. Seguramente
en otros niveles más altos, los que moren allí sean capaces de entenderlo, pero
nosotros estamos muy limitados y hay cosas que –por mucho que nos esforcemos-
no somos capaces de comprender.
Imagínate
que –como en aquella película que se titulaba “El increíble hombre menguante”-
te empiezas a encoger. Primero estarás al nivel del tamaño de los niños,
después al nivel del tamaño de sus juguetes, después al tamaño de los insectos,
después al nivel de las bacterias, después al nivel de los átomos, después al
nivel… porque si sigues encogiendo seguirás haciéndote cada vez más pequeño
hasta el infinito, pero ese concepto, el infinito, es imposible de comprender
para nosotros.
Haz
este mismo ejercicio al revés, haciéndote cada vez más grande. ¿Hasta dónde
llegarás? No hay límite. El camino es infinito.
Lo
que sí está claro es que estamos aquí para experimentar, enriquecernos con esas
experiencias, y mejorarnos a nosotros mismos. Tenemos un camino marcado y
tenemos que seguirlo para alcanzar otras metas, porque si no sigues ese camino,
simplemente te quedarás atascado, y este lugar en el que estamos ahora no es
demasiado placentero que digamos.
Vicente
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No
hay un único universo sino muchos universos, muchos más de los que la mente
humana puede llegar a imaginar. En lo que coinciden todos esos universos es que
el amor está presente en todos ellos. ¿Y el mal? Pues el mal también, pero en
cantidades ínfimas. Claro que si miramos a nuestro planeta, no nos queda más
remedio que considerar que nosotros formamos parte de esa parte ínfima.
Es
difícil entender por qué y para qué existe el mal; quizás sea algo necesario
para que exista el libre albedrío (si no tenemos donde elegir, no somos
libres), y el libre albedrío es necesario para nuestro crecimiento espiritual.
Piénsalo,
si en nuestro nivel de existencia no hubiese presencia del mal no tendríamos
necesidad de elegir nada porque ya estaríamos bien, confortablemente bien, sin
necesidad de elegir nada porque todo estaría a nuestro gusto, y sin necesidad
de esforzarnos en nada porque estaríamos plenamente satisfechos. Y en un estado
tal en que no necesitamos nada, de absoluta complacencia, no hay cabida para el
trabajo, para el esfuerzo, para la superación.
Por
eso, aunque parezca un juego de palabras, el mal es un mal necesario para
nuestra evolución como seres humanos.
Vicente
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En
la base de todas las cosas está el amor, pero el amor, del que tanto se habla,
sigue siendo un desconocido para todos nosotros porque tiene aquí, en nuestro
planeta, un gran enemigo: el “yo”, nuestro egoísmo.
Lo
escribí una vez y lo transcribiré de nuevo: “Amor es dar”...
Aprendí
de tus silencios,
de
tu ausencia distanciada,
qué
significa el amor,
qué
define esa palabra.
Dar,
sólo dar,
y
cuanto más doy
más
amor llena mi alma.
Una
sola dirección
hay
hacia ti
y
un instinto para dar
sin
esperar recibir,
pues
cuanto menos espero
más
me lleno de este amor
que
rebosa de alegría
cuanto
soy.
Al
no esperar, nada espero,
y
por tanto solo tengo
ese
amor que yo te ofrezco
que
como tú no lo quieres
es
para mí entero.
Lo
que se siente, se vive.
Si
te veo estoy contigo,
si
te amo, siento amor,
si
te escribo, tengo cartas,
si
te hablo, soy tu voz.
Vicente
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Afición sí, pasión no. Afición porque me gusta este
deporte y en especial porque siento los colores del Atlético de Madrid, pero
pasión, no. En esto me diferencio de los forofos. Cuando el equipo juega mal,
lo reconozco, cuando un jugador de mi equipo comete una falta, lo reconozco…
igual que me enfado cuando a un jugador de mi equipo le hacen una falta y el
árbitro no la pita. Pero siento los colores rojiblancos y llevo más de 50 años
de socio, acudiendo cada año a todos los partidos.
También he viajado para ver jugar a mi equipo y he
visitado los estadios de todos estos equipos:
Barcelona
Burgos
Celta de Vigo
Huelva
Leganés
Levante
Murcia
Numancia
Osasuna
Rayo Majadahonda
Rayo Vallecano
Real Madrid
Sevilla
Valencia
Valladolid
Zaragoza
Y como he dicho que me gusta el fútbol, también he ido a
ver algunos partidos en donde no jugaba el Atlético de Madrid sino que jugaba
el equipo local frente a otro equipo y, en este sentido recuerdo haber estado
en los estadios del…
Alcorcón
Leganés
Mallorca
Rayo Majadahonda Rayo Vallecano
Real Madrid
…esto es algo que nunca hacen los forofos, que sólo ven a
su equipo y no a los demás. Pero si de verdad te gusta el fútbol, disfrutarás
igualmente con cualquier otro partido si es bueno.
Vicente Fisac es periodista y escritor. Todos sus libros
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“El mejor deporte es la sonrisa”: https://amzn.eu/d/hpx1YA6
Durante
las últimas semanas he venido publicando en este blog una serie de mini
resúmenes sobre la Literatura Española, quizás demasiado breves, y es posible
que no le hayan interesado a nadie. Y entonces ¿por qué los he publicado? Pues
sencillamente porque me ha dado la gana.
Resulta
que los tenía de unos resúmenes de cuando estudiaba Literatura, me hizo gracia
verlos y decidí colgarlos aquí. Y aún tengo más, pero no temas que, de momento,
paro aquí y seguiré escribiendo otras cosas.
Eso
es lo bueno, que no tengo que rendir cuentan a nadie ni obtengo beneficio
alguno por lo que escribo; lo hago sólo por placer, es decir, porque me das la
gana. Y en realidad con lo que más disfruto –tanto como con escribir- es con
sorprender al lector.
Estoy
seguro, pues, que esos resúmenes te habrán sorprendido porque no encajaban con
la temática de este blog, “Palabreas inefables”. Pues de eso se trata, de “palabras
inefables”, es decir, de no poder explicar con palabras cómo y por qué
sorprendo al lector con las cosas que escribo.
Pero
voy a seguir… escribiendo… y sorprendiendo.
Una
novela que nos traslada a la Grecia clásica durante la celebración de uno de
los primeros Juegos Olímpicos…
“La
Olimpiada”: https://amzn.eu/d/8s4Aby4
Prosa. Historia.
Bernal
Díaz del Castillo es un historiador de estilo directo y popular.
Obras:
“Conquista de la Nueva España”.
Prosa didáctica.
Hermanos.
Nacidos en Cuenca. Humanistas.
Ideas
lingüísticas: La lengua castellana es tan rica y elegante como la toscana. El
estilo mejor es el natural. El modelo del buen lenguaje lo da Castilla.
Obras.-
Alfonso:
“Diálogo de Lactancio y un arcediano” (justifica el saqueo de Roma), “Diálogo
de Mercurio y Carón” (espíritu reformista).
Juan:
“Diálogo de la Lengua”.
Vicente
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Prosa didáctica.
Montañés.
En el terreno político defiende la existencia de una gran monarquía cristiana.
En el terreno moral defiende la sencillez y la virtud campesinas.
Obras:
“Relox de príncipes” (terreno político); “Menosprecio de Corte y “Alabanza de
aldea” (terreno moral).
Prosa. Novela.
No
se conoce su autor.
Aspecto
autobiográfico y aspecto satírico. Cada una de las personas a las que sirve
Lázaro es el blanco de su sátira. Sátira más irónica que amarga. Lázaro no es
un pícaro endurecido, sino un adolescente a quien la vida enseña a golpes.
Vicente
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Teatro.
Extremeño.
Residió largo tiempo en Roma. Fue influenciado por las ideas renacentistas.
Teatro
documental: Cuadros e costumbres (rasgos habituales). La comedia “a fantasía”
de “argumento”.
Obras:
“Propalladia” (primeros dones a Palas), “Himenea”, “Soldadesca” (vida de los
soldados), “Tinellaria” (vida de los cocineros).
Vicente
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Teatro.
Nacido
en Lisboa. Obra hispanoportuguesa.
Teatro:
Crea un teatro alegórico de gran ambición.
Comedias:
Notables por su agudeza, de costumbres.
Poesía:
Temas de carácter popular.
Obras:
“Trilogía das barcas” (la del “infierno” y “purgatorio” en portugués, y la de
la “gloria” en castellano), “La comedia del viudo” o la “Farsa dos físicos”, “Don
Duardo y Amadís”.
Vicente
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Lírica:
Escuela tradicional.
Natural
de Castel Rodrigo, fue monje en San Martín de Valdeiglesias. Su vida privada
dejó bastante que desear: en ella como en su obra se mezclan lo devoto y lo
pagano.
Oposición
medieval a las nuevas formas renacentistas. Defiende el verso octosílabo.
Obras:
“Contra los que dexan los metros castellanos y siguen los italianos”.
Vicente
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