Siempre
me atrajo el río Guadiana, y no por tenerlo muy cerca de mi pueblo sino el
misterio que entrañaba su recorrido, el cual se sumergía bajo la tierra y
volvía a reaparecer, justo cerca de Daimiel en lo que se llaman -¡qué nombre
tan bonito!- los “Ojos del Guadiana”. Allí, recién renacido, nos ofrecía su
caudal y su verdor, e incontables tardes de disfrute de la naturaleza en sus
orillas en donde -¡qué tiempos aquellos!- se podía pescar e incluso cazar
cangrejos.
El
río Guadiana es un perfecto símbolo de lo que es nuestra vida, que un día
sucumbe y desaparece bajo la tierra para más tarde volver a la vida y
finalmente fundirse con el océano. Porque así es nuestra vida. Nacemos,
morimos, volvemos a nacer, volvemos a morir… en un constante discurrir
adquiriendo conocimientos y experiencias para –finalmente- fundirnos con el
Absoluto, con la Mente Universal, con Dios, o como quieras llamarlo.
Cuando
sólo contaba 13 años de edad, irrumpí en el mundo de la poesía y escribí este “Canto
al Guadiana”:
Río
extenso de La mancha
que caminas por su seno,
¿cómo es que nadie te admira
siendo el corazón entero?
En
la tierra de molinos
eres el aspa del suelo,
vas regando los trigales
reflejándose en ti el cielo.
Todos
los ríos te envidian
por tu esbeltez y belleza.
Nadie sabe agradecer
lo que tú haces a esta tierra.
Tú,
Guadiana, te preguntas:
¿Cómo es que nadie te llama?
¿Cómo es que nadie te quiere?
Y ¿por qué te dan la espalda?
Nadie
de ti se preocupa,
nadie a saludarte baja.
Y tú pasas tristemente
creyendo que nadie te ama.
Tienes
algo que te atrae,
tal vez tus juncos verdosos,
quizá el cauce subterráneo
o tus grandes, bellos, “Ojos”.
Lento
y sigiloso corres
con esas aguas tan claras
que van limpiando estas tierras,
y te llamamos: “Guadiana”.
Seis décadas de poesía en un libro que nos permite ver cómo evoluciona un poeta a lo largo de los años…
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que caminas por su seno,
¿cómo es que nadie te admira
siendo el corazón entero?
eres el aspa del suelo,
vas regando los trigales
reflejándose en ti el cielo.
por tu esbeltez y belleza.
Nadie sabe agradecer
lo que tú haces a esta tierra.
¿Cómo es que nadie te llama?
¿Cómo es que nadie te quiere?
Y ¿por qué te dan la espalda?
nadie a saludarte baja.
Y tú pasas tristemente
creyendo que nadie te ama.
tal vez tus juncos verdosos,
quizá el cauce subterráneo
o tus grandes, bellos, “Ojos”.
con esas aguas tan claras
que van limpiando estas tierras,
y te llamamos: “Guadiana”.
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