Tu herencia
Cuando
hablamos de herencia, normalmente pensamos en los bienes materiales, los que
vamos a heredar o los que vamos a legar a nuestros descendientes. Pero nosotros
no somos sólo seres materiales sino también espirituales y como tales también
vamos a dejar una herencia espiritual.
Esa
herencia que vamos a dejar es el recuerdo que los demás alberguen de nosotros,
de cómo nos comportamos con ellos, de qué les aportamos. Aún después de
muertos, nuestro recuerdo seguirá viviendo aquí, en este plano de existencia en
la mente de todos aquellos que nos conocieron o tuvieron noticia de nosotros.
Cuando
uno va a heredar algo, le gusta que sea algo de valor, algo útil, no un montón
de deudas o de cosas sin valor o desagradables. De igual forma, el recuerdo que
dejemos en los demás será nuestra herencia espiritual y lo ideal es que esa
herencia que dejemos sea positiva, agradable, enriquecedora.
Por
otra parte, y como miembros de una sociedad, durante nuestra vida habremos
contribuido –poco o mucho, para bien o para mal- a una serie de ideales y
valores para esa colectividad de la que hemos formado parte. Ojalá ese legado
sea de fortalecimiento de unos valores ideales de hermandad, de paz, de
progreso, de superación, de solidaridad, de conocimiento…
Hay
que aprender a tomarse las cosas con humor…
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