A la hora de votar se supone que cada uno revisa los
programas de los partidos y después vota a aquél que defiende los mismos
ideales; aunque la realidad demuestra que después se vota al que cae más
simpático.
Pero haciendo un ejercicio teórico, y suponiendo que uno analiza
los planteamientos de los partidos, sin duda encontrará que está de acuerdo en
muchas cosas con un partido y en alguna con otro. Pero como no se puede votar
por propuestas, sino al paquete completo propuesto por un partido político, de
lo que se trata es de marcarse prioridades.
En mi caso, la prioridad es clara: votar a aquél partido que
esté dispuesto a quitar los privilegios a los políticos y acabar con el robo
descarado. ¿Qué luego no estoy de acuerdo con una o muchas de sus otras
propuestas? Me da igual. Lo diré más claro: me da exactamente igual. Para mí
sólo hay un objetivo: acabar con los ladrones.
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