Sentía curiosidad por conocer el verdadero significado de la
palabra “incesto”, así que me fui a la Biblioteca Nacional y estuve varios días
revisando libros antiguos y pergaminos. Pronto descubrí que sus orígenes se
remontaban muchos siglos atrás, así que me fui al Museo de Antropología y allí
estuve revisando tablillas de arcilla y pinturas rupestres, hasta descubrir que
sus orígenes vienen de tan atrás que se remontan hasta la época de los cuentos,
concretamente al de “Caperucita Roja”.
Seguro que vosotros conocéis este cuento, pero estoy seguro
que no conocéis lo que pasó después, así que os lo voy a contar. Pasaron los
años y Caperucita creció y se convirtió en una hermosa joven (vamos, que estaba
muy buena), siempre alegre y cantarina (vamos, que era ligera de cascos), y
siempre estaba coqueteando con todos, insinuándose, provocando (vamos, que era
muy puta).
En estas que un día regresaba a su casa, como siempre con su
caperuza roja y su cesto –aunque la abuelita ya hubiese muerto), cantando
alegre como siempre aquello de “tran larán larito, vengo de dar un paseíto”,
mientras la falda se le subía a cada salto. Entonces su padre, no pudiendo
aguantarse más, le dijo: “Caperucita, te la voy a meter por donde nadie te la
ha metido”. Al oís aquellas palabras, Caperucita, sin inmutarse lo más mínimo,
respondió a su padre: “¡Pues como no sea en el cesto!”. De ahí la palabra
“incesto”, es decir: en el cesto, dentro del cesto.
Y colorín colorado, este cuento se ha acabado.
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