Durante muchas décadas, el Visitador Médico ha sido un fiel aliado de los médicos para ponerles al día de las novedades en medicina y apoyar su participación en cursos de formación, asistencia a Congresos, etc.; facetas formativas todas ellas que de no haber sido por el apoyo de los laboratorios no hubieran podido llevar a cabo los médicos.
Sin embargo, la Administración sanitaria, ante la cada vez más progresiva bancarrota del sistema sanitario público, ha ido presionando de forma despiadada a los laboratorios: bajadas de precios, dificultades y retrasos para registrar nuevos fármacos, concesión de los precios más bajos de Europa para que puedan comercializar sus fármacos, todo tipo de trabas y dificultades para que los Visitadores Médicos puedan hacer su trabajo, más descuentos en las facturas a los laboratorios, retrasos cada vez mayores a la hora de pagarles, etc.
Consecuencia: despidos y más despidos en la industria farmacéutica, cierre de fábricas, traslado de centros de producción e investigación a otros países, etc.
Pero los médicos siguen teniendo necesidad de recibir formación y acudir a congresos para formarse y si no se lo paga su empleador (la Sanidad pública) ¿quién se lo va a pagar? Pues ahí han estado muy avispadas las empresas de alimentación.
Como prueba de ello, cada vez más aguas minerales, leches, yogures, margarinas, etc. se anuncian en revistas médicas, alcanzan acuerdos con sociedades científicas para patrocinar todo tipo de acciones, etc., y mientras los laboratorios farmacéuticos se baten en retirada a la hora de patrocinar estudios y congresos, las empresas de alimentación toman el relevo.
Si tienes diarrea, te recetarán Aquarius (a mí me lo han recetado ya); si tienes colesterol, te recetarán Danacol; si estás griposo y tienes las defensas bajas, te recetarán Actimel... Como ninguno de esos productos necesita receta, el ahorro para la sanidad pública es del 100%. Pero puestos así ¿para qué ir al médico? Cuando te encuentres enfermo... vete al supermercado.
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