Ya están todos los medios de comunicación bombardeando con informaciones sobre la huelga y allí podéis ver valoraciones de todo tipo, unos que dicen que ha sido un éxito y otros que dicen que no ha sido para tanto. Pues bien, ni unos ni otros tienen razón porque se dejan cegar por simples porcentajes de seguimiento cuando la realidad es otra muy distinta.
¿Cuál era el objetivo de la huelga? Pues conseguir que el Gobierno diera marcha atrás en su reforma laboral. (Resulta curioso por otra parte que no hiciesen huelga cuando estaba en estudio la reforma y entonces sí hubiera podido cambiarse, y en cambio la hacen ahora cuando ya está aprobada por las Cortes). A lo que iba, ese resultado de marcha atrás (y así figuraba en muchas de las pancartas) no sólo no se ha conseguido ni se va a conseguir (el Gobierno no va a dar marcha atrás), sino que ya están en estudio nuevas medidas para seguir abaratando el despido, alargando las jubilaciones, bajando las pensiones... y ya se tiene constancia de que va a seguir aumentando el paro.
Por lo tanto, el objetivo de la huelga lejos de conseguirse se ha empeorado. Y además, como propina: los que han participado en la huelga verán cómo les descuentan de su nómina ese día mas las partes proporcionales de pagas, los empresarios que se hayan visto más afectados económicamente se lo pensarán mucho antes de conceder cualquier plus o mejora a sus empleados, en sectores ya en crisis –como automóvil- que han sido de los más afectados por la huelga, esta ha sido un empujoncito más para que sigan despidiendo empleados o cerrando plantas.
Conclusión: un país aún más pobre y con peores expectativas. Menos mal que los líderes sindicales sí están contentos ya que su sueldo no se ha resentido, sus contratos blindados les aseguran el trabajo, y con este día de trabajo (el único que trabajan) ya han cumplido para todo el año. Para ellos sí es verdad que ha sido un éxito. ¡Enhorabuena!
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