Traigo a modo de reflexión estas palabras del Dr. Marcos Gómez Sancho, presidente de la Comisión Central de Deontología de la Organización Médica Colegial:
“Los ancianos, en la sociedad moderna, están condenados a dos muertes. La primera es la muerte social de la jubilación que les recuerda que ya han dejado de tener valor y cabida en una sociedad que solo respeta al individuo como objeto de productividad económica; su pensión de jubilación es un sufragio por adelantado que los induce a pensar que lo más decente que pueden hacer es morirse rápido para no usurpar el espacio productivo de los jóvenes. Por eso, cuando les llega la segunda muerte, la del cuerpo, la mayoría ya están muertos como personas, como seres que sueñan, como mentes que piensan e intuyen”.
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