Una vez que el Gobierno ya ha conseguido su objetivo de centrar toda la atención mediática del debate sobre el estado de la nación, en la píldora del día después, para que no se hable de su incapacidad para combatir la crisis, voy –como prometí- a hablar de este tema.
En primer lugar, es un error hablar de “píldora del día después”; sería mucho más correcto hablar de “píldora anticonceptiva de emergencia”. Su mecanismo de acción es retrasar la ovulación para que no se produzca el embarazo, aunque también tiene un cierto efecto para espesar el moco cervical e impedir el progreso de los espermatozoides. Lo que impide es, pues, la fecundación; y por lo tanto es “anticonceptiva”; no “abortiva”, ya que no afecta a la implantación ni al desarrollo del embrión cualquiera que sea su estado. Eso sí, no es infalible. Dicen que tomada dentro de las 24 horas siguientes hay un 5% de fallos y si se retrasa hasta dos o tres días después (que es lo máximo que recomiendan), el porcentaje de fallos se acerca al 50%. En consecuencia, más que “del día después” habría que denominarla “del momento después” o del “¡ahí va, qué he hecho!” para que pasase el menor número posible de minutos y así aumentar su porcentaje de éxito.
Los que estén en contra de usar cualquier método anticonceptivo, estarán también en contra de este método; sin embargo los que estén en contra de los métodos abortivos no tienen por qué poner reparos a este método ya que “no mata” ningún embrión de ningún tamaño.
Pero ahora viene la segunda parte. Se trata de un medicamento hormonal que retrasa la ovulación. A nivel de efectos secundarios es bastante seguro si se toma... una vez; es decir, un día en que se olvidó utilizar otro método anticonceptivo. Pero si el uso que se le da es el de utilizarlo como método anticonceptivo, es decir, todos los fines de semana a pasarlo bien y después la pildorita, entonces habrá un grave riesgo para la salud. ¿Cómo va a ser inocuo retrasarse la ovulación todas las semanas...? Darle ese uso es un auténtico disparate, es un atentado contra la salud. Y eso es lo que está jaleando el Gobierno alentado por muchos medios de comunicación. La imagen que ha calado entre la gente, especialmente entre la juventud, es que pueden hacer lo que les de la gana y el lunes, cuando se les haya pasado la borrachera, tomarse la píldora.
Y aún hay una tercera parte: Si se toma la píldora con frecuencia, en vez de otros métodos “de barrera” como el preservativo, la mujer quedará desprotegida frente a las enfermedades de transmisión sexual (Sida, sífilis, etc.) porque el preservativo protege, pero la píldora está claro que no.
Todos los medicamentos tienen efectos secundarios, este también y más cuando se abusa del mismo. De tomarlo, sólo debería hacerse en caso de “emergencia”, es decir, en casos muy excepcionales. Y siempre recetada por un médico que analice si no está contraindicado en esa persona en concreto y siga el estado de salud de la misma para detectar a tiempo cualquier efecto secundario o daño para la salud.
Lo que en aras de no sé qué libertad nos ha regalado el Gobierno es un medicamento cuyo abuso perjudica la salud, no protege contra la transmisión de enfermedades y hace olvidar otros métodos mucho más seguros y eficaces. ¡Y encima anima a usarlo sin control!
4 comentarios:
¿Sabes qué pasa? Que no hay manera de luchar en este país contra ciertas cosas y entre ellas está una buena, sana y placentera vida sexual, tan sana, buena y placentera como cualquiera otra necesidad fisiológica, como comer o beber... sin contar con el añadido (o no) del amor.
Cuando uno se pasa la vida escuchando a la Iglesia Católica decir barbaridades, como que el preservativo aumenta el SIDA, que solo se puede "fornicar" para procrear, que no se pueden tener relaciones prematrimoniales y otra retahila más de disparates, hay que legislar... a pesar de las consignas eclesiales o el cinismo del PP. Y si, además, no consideran oportuno educar a nuestros adolescentes, con seriedad y rigor, sobre sexualidad... entonces, amigo Vicente, vemos... que estamos igual que cuando tu y yo éramos jóvenes. No parece que hayan pasado 40 años y todo lo vivido: seguimos escuchando las mismas monsergas que no solo no educan, sino que intentar mentirnos de una manera absolutamente indocumentada, totalmente acientífica y gravemente peligrosa.
No sé qué tiene más peligro, la verdad, pero escuchar las cosas que se dicen desde la jerarquía religiosa o desde el PP, no invitan a nada bueno.
Holanda, uno de los países con mayor tradición en la educación y libertad sexual, está muy atrás en el ranking de países donde se producen abortos. ¿Por qué? Porque desde hace muchos años han tenido una completa educación sexual y los jóvenes saben qué hacer y cómo protegerse. Aquí, además de estar en pañales esa educuación, está el problema añadido de las borracheras fin de semana y lo que trae consigo. Por eso la solución es "educación" y "prevención", no fomentar ni el aborto ni el abuso de medicamentos de los que no debe abusarse y mucho menos sin control médico.
Estoy completamente de acuerdo con los dos comentarios anteriores.
Me gustaría añadir que en España se nos trata a los jóvenes como a imbéciles. No puedo entender que se asuma que todos somos unos ineptos e irresponsables. Y sí, hace falta educación pero también hace falta educar a individuos que tengan ideas propias. El gobierno de la oposición se tiene que preocupar menos en las posibles irresponsabilidades (no niego que no existan) y dar la oportunidad de decidir por uno mismo. Intentan crear una sociedad unidireccional, dirigida por ellos, incapaz de tomar decisiones propias!
Pues claro que se tendrían que ocupar de educar en vez de tratarnos como a borregos; pero esa sociedad unidireccional que intentan crear no es cosa de la oposición, es cosa del Gobierno, de este, de los que hubo antes, y de los que vendrán después.
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