sábado, 23 de mayo de 2009

Incentivando la vaguería

Quizás no sea este el momento más apropiado para escribir este post, justo cuando caminamos raudos hacia los 5 millones de parados. O quizás sí lo sea. A la vista de las “medidas” del Gobierno contra el paro, vemos que todas son ineficaces (el paro sigue aumentando) pero es que además la mayoría parecen ir dirigidas a incentivar el paro, como la medida de prorrogar las prestaciones por desempleo. Esa es una buena medida que aliviará –sólo durante unos meses- la situación desesperada de muchas familias... pero sólo durante unos meses. ¿Y luego qué? ¿Hasta que se acabe la caja de la Seguridad Social? ¿Hasta la quiebra del Estado? ¿O cuando eso se acerque aumentarán los impuestos a los pocos que entonces sigan trabajando? Subvenciones, descuentos, prórrogas... alargar la agonía es lo único que se les ocurre.

Hay que tomar decisiones valientes, promover el empleo con incentivos a quienes contraten trabajadores, facilitar la creación de nuevas empresas y de nuevos autónomos...

Y otra cosa más: cortar el grifo a quienes no quieren trabajar y prefieren vivir de las limosnas del Estado y/o a costa de sus familiares. No puedo saber la cifra, pero estoy seguro que de esos casi 5 millones de parados hay muchísimos que no quieren trabajar y a esos hay que desenmascararlos al tiempo que se da una oportunidad a quienes sí quieren trabajar.

La propuesta es esta: (1) De todos los que están en el paro, seleccionar a aquellos con conocimientos suficientes en las más diversas materias. A estos se les indicará que para poder seguir cobrando la prestación por desempleo tendrán que dedicar toda su jornada laboral a dar clases a otros parados. (2) Comunicar a todos los que reciben prestación por desempleo que sólo la seguirán recibiendo si a se apuntan, asisten y aprovechan los cursos de formación –en la materia que cada uno elija- que se les ofrezcan y con una duración equivalente a la jornada laboral que correspondería a la cantidad de asignación por desempleo que estén recibiendo (es decir, si cobran 1.000 € al mes tendrán que asistir a clase 8 horas diarias; si cobran 400 € al mes tendrán que asistir sólo media jornada).

De esta forma, los que de verdad quieran trabajar seguirán cobrando su prestación por desempleo, evitarán el riesgo de depresión que conlleva la situación tan desesperante de no encontrar trabajo y estar todo el día sin hacer nada, ganarán en conocimientos y formación y hasta es posible que de allí salgan con la capacidad de montar su propio negocio o desde luego con mayor formación para optar a un puesto de trabajo.

Y en cambio, los vagos, los caraduras, verán que se les acaba el chollo, que no van a recibir dinero a cambio de nada. Y así, los afortunados que aún tenemos un puesto de trabajo y cotizamos, estaremos más satisfechos sabiendo que contribuimos a ayudar y formar a gente con ganas de progresar en vez de contemplar cómo nos exprimen para alimentar parásitos.

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