Sin contar con pilotos, ni escuderías, ni aficionados, ni nadie, la Federación Internacional de Automovilismo (FIA) y el patrón de la Fórmula 1 (Bernie Ecclestone) han cambiado las reglas del juego y este año el ganador del campeonato no será el que consiga más puntos, sino el que gane más carreras.
Esto va a obligar a los pilotos al “todo o nada” en cada carrera, lo que significa ir más allá del límite razonable en cada carrera y, en consecuencia, más accidentes poniendo en juego la vida de los pilotos. ¡Cómo se nota que ni la FIA ni Ecclestone conducen esos coches: si alguien se mata o tiene que ir al hospital no van a ser ellos!
Por otra parte la competición perderá en poco tiempo todo su interés, sobre todo si hay algún piloto que gane tres o cuatro carreras y se distancie de los demás. Como mucho, será un campeonato entre unos pocos, junto con un montón de comparsas.
Y además, hay otro aspecto que se han saltado a la torera: Hasta ahora la Fórmula 1 (en donde las compañías de coche invierten cientos de millones) era un banco de pruebas para lograr avances que luego permitan diseñar coches más rápidos, seguros y fiables (duraderos) para todos nosotros. En cambio ahora sólo importa la rapidez y no importa absolutamente nada el que un coche sea capaz de aguantar un campeonato sin averías.
Así que ya lo sabéis, gracias a la FIA y Ecclestone, los coches del futuro nos durarán muy poco tiempo (y tendremos que cambiar de coche como quien cambia de calcetines), pero eso sí, serán terriblemente rápidos, una rapidez que nunca podremos comprobar porque para eso están las normas de circulación que prohíben ir a más de 120 kms. por hora!
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