En el Congreso de la Profesión Médica, celebrado recientemente en Valencia, se dedicó una mesa redonda a la formación médica continuada. Allí se concluyó que la formación no debe ser impuesta por los empleadores, sino que debe ser el médico quien la elija (nadie mejor que uno mismo para saber qué tipo de formación necesita). También hubo unanimidad al señalar que el apoyo de la industria farmacéutica a la formación ha sido y es muy positivo, pero que nunca debe intervenir en los contenidos ya que eso daría pie a que estuviesen sesgados hacia sus intereses.
Pero entonces, uno se pregunta: ¿si los laboratorios, que son empresas comerciales, no pueden dirigir el dinero que se gastan en formación hacia sus intereses, para qué se lo van a gastar entonces?
No obstante la realidad es que los médicos siguen pidiendo el apoyo de la industria para su formación, y la industria acepta que sean los médicos quienes decidan el contenido de la formación para que no haya tinte comercial.
...?!
Esto es lo que nos llega y, ante una situación así, sólo se nos ocurren dos cosas: o eso es mentira o los laboratorios son tontos.
Pues ni una cosa ni otra.
Los laboratorios presentan su apoyo a la formación como una muestra de su “compromiso social”, es decir, como si fuesen ONGs, y eso no se lo cree nadie. ¿No sería más fácil y creíble decir la verdad?
Y la verdad es esta: Los laboratorios se gastan el dinero en cursos de formación para médicos, cuyos contenidos son elegidos por los médicos (normalmente a través de Sociedades Científicas), sin que estén dirigidos a ensalzar las ventajas de un producto determinado (aunque eso sería lo lógico para una empresa comercial). ¿Y por qué lo hacen? Porque gracias a estas acciones consiguen que sus Visitadores Médicos puedan acceder a los médicos y así, aunque sea en el marco informal de las reuniones previas para organizar la logística, o en los prolegómenos y descansos de estos cursos, poder hablarle a los médicos de las últimas novedades de sus productos para que estos se animen a recetarlos.
Así es de simple. Ante las continuas trabas impidiendo un trabajo digno y necesario, como es el que llevan a cabo los Visitadores Médicos para informar a los médicos de todo lo que se va descubriendo sobre los medicamentos (sean estos nuevos o lleven ya muchos años en el mercado pero con constante seguimiento), la industria tiene que desarrollar caminos alternativos para llevar esa información a los médicos y que estos puedan recetar con pleno conocimiento de las características de cada producto (algo que nadie mejor que el propio laboratorio puede conocer).
Lamentablemente nunca he oído ni leído una explicación de este tipo, y sí en cambio muchas de auténtica “filantropía ficción”.
Artículo realizado para Medical Practice Group (MPG)
2 comentarios:
"Dijiste media verdad,
diran que mientes dos veces
si dices la otra mitad."
Lo cierto es que los laboratorios aprovechan esos cursos para conseguir contacto directo entre los delegados y los médicos. No es menos cierto que distintos cursos son patrocinados por la industria con el fin de que los médicos "afines" ensalzen las bondades de sus productos así como que los contenidos de estos cursos y de las publicaciones son revisados por aquellos que los patrocinan, o sea los laboratorios.
Ingenuidad sería pensar lo contrario, falsedad conocerlo y ocultarlo.
Un bonito ejemplo de la ética imperante:
http://www.soitu.es/soitu/2009/03/26/actualidad/1238085893_871653.html
Un saludo.
Conozco muy bien la industria farmacéutica por dentro y puedo decirte que veo lógico que cualquier empresa que patrocine algo, exija ver qué se va a hacer con su dinero. Por tanto, las Sociedades Científicas deciden los programas, los laboratorios lo pagan, y con este motivo tienen oportunidad de acceder a los médicos (de otra forma les resultaría más difícil o en peores condiciones) y hablarles de sus productos para que los receten. Pero el curso es “aséptico”. Otra cosa es que sea el propio laboratorio quien organice un curso, y en este caso los contenidos van dirigidos lógicamente hacia sus intereses y los ponentes hablan de las ventajas de esos productos. Y otra cosa, finalmente, es que algunos se lo salten todo esto a la torera, aunque afortunadamente cada vez son los menos.
Por otra parte la realidad que he visto es al revés: los laboratorios pagan por patrocinar cursos, libros, acciones humanitarias, etc., y es la Sociedad Científica quien se lleva los méritos de todo. La presencia que consigue el laboratorio es un pequeño logotipo en la contraportada de las publicaciones, una oportunidad –eso sí- de visitar a los médicos, y el agradecimiento de los organizadores. La repercusión que tenga una acción humanitaria es casi siempre o mayoritariamente en beneficio de la Sociedad Científica y no del laboratorio que la paga. Cientos de libros –pagados por laboratorios- llegan al médico, y la presencia del laboratorio se limita a un pequeño logotipo en contraportada.
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