La crisis que padecemos ha afectado también a la inteligencia de alguno de nuestros gobernantes lo que les ha llevado a proponer reducir un 20% la velocidad de circulación en las entradas y circunvalaciones de las ciudades. Según ellos esta conducción más lenta permitirá un importante ahorro de combustible.
Sin embargo ese pretendido ahorro es mentira. Más aún: esa reducción causará el efecto contrario: un aumento en el consumo de combustible, y como propina un aumento del nivel de crispación de los ciudadanos y un descenso en la productividad laboral.
Es muy sencillo. Es cierto que si en vez de circular a 90 circulamos a 70, consumimos bastante menos combustible. Sin embargo esto es así cuando “circulamos”, esto es, cuando el coche se desplaza a esa velocidad porque no encuentra obstáculos a su paso ni se encuentra inmerso en atascos. Cuando los coches están en un atasco, con continuos arranques y paradas del vehículo es cuando más gasolina se gasta, más aún que circulando a 120 kms. por hora. Y encima la gente llega tarde al trabajo y de mal humor.
La consecuencia de reducir el límite de velocidad hasta esos extremos no es el ahorro de combustible, sino ¡el aumento en el tiempo de permanencia de los vehículos en la vía pública! ya que se tarda más en llegar al destino. ¿O no? Esto es impepinable. Si todos tardamos más en nuestros desplazamientos, el número de cohes que coincidirán en las vías públicas será mayor y aumentará, por tanto, el nivel de congestión de tráfico y no se podrá circular a los pretendidos 70 kms. hora, sino en un plan acordeón de atasco de arranques y paradas continuas, y en consecuencia el consumo de gasolina aumentará.
La lógica es aplastante, y por lo que se ve, la lógica está ausente en la cabeza hueca de nuestros dirigentes. Será que como ellos van en coches oficiales, con motoristas abriéndoles el paso, no se dan cuenta de la realidad. O son tontos o son unos demagogos que además nos toman por tontos a los demás. No veo otra explicación.
1 comentario:
Sin querer, al terminar de leer la noticia la he relacionado dos hechos objetivos: Al personaje de la fotografía de abajo y dos bombillas de bajo coste.
Estás noticia en Cuba, después de lo de las “ollas a presión”, serían más de lo mismo, pero repasemos las bondades que menciono Castro en un discurso televisado de más de seis horas, en el que incluso se proclamó como “chef” y Jefe de las Fuerzas Revolucionarias y mostró sus habilidades culinarias.
“El día que Castro bendijo en público las ollas, hizo muchas cuentas para demostrar lo mucho que ganará Cuba. Explicó que 80% de los hogares cocina con queroseno, y ello requiere el transporte de 750.000 litros diarios de ese combustible a unas 10.000 bodegas abastecedoras. Pero como la cuota de litros de querosno vendidos es insuficiente, la gente compra en el mercado negro diésel robado a camiones y tractores estatales. Ese robo para el Estado cubano tiene un costo anual de unos 266 millones de dólares. Castro también demostró que el uso de las ollas, por el breve tiempo en que cocinan los alimentos, significa el ahorro anual de 100 millones de dólares en electricidad.” (¿Les roban? ¿Quién? ¿Hijos de Revolución o el Demonio Americano?)
No sé si estas ideas han partido de los últimos contactos con Hugo, o por el contrario, son propias. Quizás nos falte en España, un “Aló Presidente”, pero me temo que sin que lleguemos a tenerlo, las consecuencias de esta política económica anti-social –a qué socialista se le ocurre proponer un descuento del IRPF, que sea el mismo para el que gana 12.000 € que para el que gana 180.000€-, pueden llegar a ser muy angustiosas.
Desde el Sur un siempre admirador de ustedes….
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